La política no se hace en blanco y negro, ni las respuestas a las complejidades caben en un tuit. Tras dos días de azote de la oposición por no reconocer a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, el Gobierno se revolvió ayer contra críticas que considera partidistas y maniqueas. El ministro de Exteriores, Josep Borrell, puso voz al malestar que ha calado en el Ejecutivo por los ataques de PP y Ciudadanos cuando está en juego el futuro de millones de venezolanos.

Borrell compareció ante la prensa por primera vez desde la Moncloa para explicar la posición española, que propone a la UE presionar a Nicolás Maduro para que convoque elecciones o, en caso contrario reconocer a Guaidó, y no desaprovechó la oportunidad de censurar la respuesta de la oposición.

Les pidió una «actitud constructiva» para encauzar una solución a la crisis, en lugar de criticar la posición española solo para «erosionar al Gobierno». El ministro vino a señalar que PP y Cs están jugando a maniqueísmo y les recordó que no existen soluciones mágicas, porque la situación de Venezuela -explicó- no se resuelve reconociendo que Guaidó es el nuevo presidente. «Un reconocimiento político no tiene efectos mágicos. Lo que no vamos a hacer es tuits pidiendo al Ejército venezolano que derroque violentamente al régimen como alguien ha hecho», advirtió.

El Gobierno sostiene que la prudencia se impone y reconoce que la situación en Venezuela es, de facto, «política interna» para España. Por ello pide un plus de responsabilidad a la oposición y les llama a no tratar de sacar «rédito político».

Nada más conocerse la autoproclamación de Guaidó en Caracas, el pasado miércoles, Pablo Casado y Albert Rivera se apresuraron en reconocerle. «El que habla en blanco y negro tiene más fácil explicar lo que dice, nosotros lo tenemos más difícil», se quejó el jefe de la diplomacia española, quien insistió en que Maduro continúa teniendo la administración en su mano y que la solución tiene que tener garantías internacionales.

El nuevo PP está haciendo bandera de la causa antichavista. Casado acudió a las pocas horas de la autoproclamación de Guaidó a la manifestación en su apoyo que se convocó en la Puerta del Sol el miércoles. Desde allí no dudó en coger el micrófono e improvisar un mitin: «En Madrid nos gobierna un partido que ha asesorado en la represión del chavismo y en la miseria de lo que pasa en Venezuela», declaró en referencia a la alcaldesa, Manuela Carmena, de Ahora Madrid.

Rivera también tiene una posición de rechazo total al régimen de Maduro y, en la campaña de las generales del 2016 viajó a Venezuela a dar su apoyo a la oposición.

Después de que, el jueves por la mañana, Sánchez conversara con Guaidó, tanto Casado como Rivera también quisieron dejar claro que mantienen interlocución directa con el dirigente y sus equipos se movieron para poder conversar con él.

En esa charla, el jueves por la noche, Casado hizo gala de la pertenencia de su formación al Partido Popular Europeo (PPE) y aseguró a Guaidó que él se ofrece a «coordinar la actuación» de la familia continental «para el reconocimiento en la Unión Europea de su presidencia» y el «reforzamiento de las sanciones a la dictadura de Maduro». Rivera prometió a Guaidó «luchar» para que Sánchez «no se demore y España le reconozca» para liderar la transición.

Unidos Podemos ha pedido al Gobierno que no legitime lo que considera un «golpe de Estado» amparado por los Estados Unidos y que haga cumplir la legalidad internacional.