La resistencia iraquí recrudeció ayer sus ataques en distintos puntos del país. El más sangriento tuvo lugar en Bagdad, donde al menos cuatro personas murieron en un atentado suicida con coche bomba perpetrado contra un hotel de la capital frecuentado por hombres de negocios extranjeros.

El coche bomba iba esta vez camuflado como una ambulancia y llevaba entre 200 y 250 kilos de explosivos. Algunas fuentes elevaron a seis el número de víctimas mortales, incluyendo el suicida.

Pero éste no fue el único acto violento de las últimas horas. La base de la brigada española Plus Ultra en Diwaniya sufrió ayer un nuevo ataque con granadas, cuando unos desconocidos lanzaron desde un coche tres proyectiles que impactaron en la tapia sin causar víctimas. El general Fulgencio Coll reforzó la guardia, elevó el nivel de la alerta e informó al ministro Federico Trillo.

También la base militar de Bulgaria en Kerbala, una de las ciudades santas shiís, fue objeto de un ataque con granadas de mortero. Aunque la acción no causó víctimas mortales, el atentado pone de nuevo sobre el tapete que las zonas de mayoría shií, cuya población sigue las consignas de no beligerancia emitidas por el liderazgo religioso, no es inmune a la lógica del conflicto en Irak.