El pequeño inmueble de ladrillo blanco, que acoge la embajada australiana en Yakarta (Indonesia), resistió extrañamente bien a la potente bomba que explotó ayer en su entrada. Sólo la imponente verja de metal se vino abajo y una parte de los cristales resultaron rotos. Pero la enorme deflagración que sacudió el barrio de Kuningan, centro de negocios y de embajadas en el sur de Yakarta una urbe de casi nueve millones de habitantes, resultó mortal para los guardias de seguridad y los empleados de oficina que estaban en la acera. Según un recuento provisional, al menos 8 personas (indonesias) murieron, y hubo más de 180 heridos.

Los edificios de los alrededores resultaron muy dañados. Carrocerías de motos y coches cubrían la calle, alrededor de un gran cráter en el lugar donde explotó la bomba. "Se desató el pánico. Todo el mundo salía de los edificios hacia la calle. Había sangre por todas partes", afirma Leonardo, un joven empleado que cruzaba la calle en el momento de la explosión. Según la policía, se trató de un atentado con coche bomba, probablemente ejecutado por un suicida. Un fragmento de torso humano fue encontrado en el edificio Plaza 89, delante de la embajada.

LAS PRESIDENCIALES Cometido cuando faltan sólo 10 días para los comicios históricos que deben alumbrar por primera vez a un presidente elegido por sufragio universal para dirigir el archipiélago, el nuevo atentado pone de manifiesto que el terrorismo sigue constituyendo una seria amenaza en el país. Se trata del tercer atentado importante en dos años, después del que, en octubre del 2002, mató a 210 personas (88 de ellas australianas) en dos discotecas de la turística isla de Bali y del que, en agosto del 2003, acabó con la vida de 12 personas a la entrada del hotel Marriott de Yakarta.

"Esto demuestra que el terrorismo es todavía nuestro enemigo. El Gobierno y la población deben trabajar juntos contra el terrorismo", dijo Hasan Wirajuda, ministro de Asuntos Exteriores, que visitó el lugar del atentado. La presidenta indonesia, Megawati Sukarnoputri, que acortó un viaje a Brunei, pidió calma a la población.

Las autoridades indonesias imputaron la responsabilidad de los ataques de Bali y del Marriott al grupo islamista radical Jema Islamiya, que tiene lazos con Al Qaeda. La forma de operar del atentado de ayer (coche bomba contra un objetivo occidental) es similar. "Tardaremos un tiempo en esclarecer quién está detrás de esto, pero sospechamos de Jema Islamiya", declaró Alexander Downer, ministro de Asuntos Exteriores australiano, que viajó de forma inmediata a Yakarta.

EL ARTIFICIERO Pese al arresto de decenas de sospechosos después de los atentados de Bali y del Marriott, varios miembros clave de Jema Islamiya siguen aún en libertad, sobre todo Azahari Husin, experto malaisio en explosivos, y su compañero Noordin Mohamed, alias Dalmatin . Las autoridades malaisias están convencidas de que Azahari está detrás del atentado de ayer. "El tiene la capacidad de fabricar los explosivos necesarios para una bomba de esta envergadura", indicó una fuente malaisia a la agencia Associated Press.

Los indonesios se resienten a menudo de la actitud de Australia, a la que consideran el "gendarme de EEUU en la región". Durante la crisis de Timor Oriental, cuando las tropas australianas intervinieron para poner fin a la ola de violencia causada por los contrarios a la independencia, se acentuó este resentimiento.

Para los musulmanes radicales, a esto se añade el total apoyo prestado por Canberra a la ocupación estadounidense de Irak. "Pienso que se trata de un mensaje enviado a Australia porque ha enviado tropas a Irak", afirmó Iswara, un trabajador, en el lugar del atentado.

El primer ministro australiano, John Howard, se mostró firme en su reacción: "No somos una nación que se deje intimidar por los actos de terrorismo". No obstante, tanto las autoridades de Canberra como las de Washington hicieron un llamamiento a sus ciudadanos para que eviten viajar a Indonesia.

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