El avión indonesio accidentado el pasado octubre acumuló problemas técnicos en sus cuatro últimos vuelos. La última revelación apuntala la certeza de que influyó más la incompetencia que la casualidad en la tragedia que dejó 189 muertos la semana pasada. La investigación deja en una situación complicada a la compañía de bajo coste Lion Air y al Gobierno indonesio, esforzado en el último lustro en limpiar la calamitosa reputación de sus aerolíneas.

La información extraída de la caja negra del Boeing 737 MAX confirma que al menos uno de los problemas técnicos registrados afectaba al medidor de velocidad y que los pilotos habían tenido que lidiar con ellos previamente. "Los datos de la caja negra muestran que los dos vuelos anteriores al de Denpasar-Jakarta habían experimentado el mismo problema", ha aclarado Soerjanto Tjahjono, director del Comité Nacional de Seguridad en el Transporte de Indonesia. Tjahjono alude al vuelo que aterrizó el domingo en el aeropuerto de la capital. El avión partió hacia la ciudad de Pangkajl Pinang seis horas después y se hundió en el mar de Java.

La velocidad del avión es calculada por medio de sensores colocados en el ala o el morro. Estos dispositivos pueden ofrecer lecturas erráticas si quedan bloqueados. Así ocurrió en el vuelo de Air France que cayó sobre el Atlántico en el 2009: el hielo los congeló y los pilotos volaron desorientados sin información fiable.

EL ORIGEN DEL ERROR

Señalado el velocímetro como causa más probable del accidente, los investigadores tendrán que dilucidar si tenía un diseño defectuoso o falló el mantenimiento. Lo primero responsabilizaría a la constructora estadounidense Boeing; lo segundo, a la compañía. "Estamos mirando si el problema vino del velocímetro, de las lecturas de los sensores o del ordenador de a bordo. Eso lo desconocemos aún y lo averiguaremos", ha asegurado Nurcahyo Utomo. "Hay cuestiones que estamos intentado averiguar: cuál era el daño y cómo fue reparado", ha añadido.

Algunos expertos opinan que la caída inmediata del avión sugiere más problemas que el del velocímetro. Aluden al hipotético colapso de la caja de datos de referencia de vuelo (ADR, por sus siglas inglesas), que incluye informaciones como la altitud, la velocidad o la temperatura del aire.

Las últimas revelaciones provienen de la caja negra con los datos del vuelo que fue recuperado tres días atrás. Los submarinistas buscan aún la segunda, que incluye las grabaciones en cabina, pero las fuertes corrientes marinas dificultan la tarea. La primera fue encontrada enterrada bajo medio metro de lodo. Tampoco han hallado aún el fuselaje, donde es previsible que siga la mayoría de cadáveres.

IMPACIENCIA E INDIGNACIÓN

Las informaciones sobre los problemas que acumulaba el avión y la lentitud en la recuperación de los cuerpos están agotando la paciencia de los familiares. Los equipos de rescate han llenado 140 bolsas con restos humanos pero su deterioro ha impedido la identificación por ahora de más de una docena de víctimas.

La reunión del lunes de los familiares con el ministro de Transporte, Budi Karya Sumadi, evidenció la tensión. Los primeros exigieron explicaciones sólidas al cofundador de la aerolínea, Rusdi Kirana, sentado entre la audiencia. Kirana finalmente inclinó la cabeza en señal de disculpa y se marchó rápidamente para evitar a la prensa.

El accidente de la semana pasada es el peor en Indonesia desde el que causó 234 muertos en 1997. El avión de Lion Air pidió regresar al aeropuerto de Yakarta a los dos minutos de despegar y se hundió 13 minutos después. Después se supo que el vuelo del día anterior había sufrido bruscos descensos y virajes antes de que los pilotos pudieron estabilizarlo y reportar los fallos de los aparatos de navegación a los ingenieros. La compañía aclaró que el problema había sido reparado “de acuerdo al procedimiento previsto”.