Frente a una opinión pública mayoritariamente hostil, el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, prometió ayer llegar hasta el final en el despliegue de soldados japoneses en Irak y admitió también la posibilidad de que haya pérdidas humanas.

"Si nos contentamos con una contribución material y abandonamos la ayuda humanitaria para otros países, no podremos asumir nuestra responsabilidad como miembro de la comunidad internacional", afirmó Koizumi ante el Parlamento.