José María Aznar fue recibido ayer con frialdad en su última cumbre europea. El presidente arribó con expresión adusta al edificio del Consejo, y en el pasillo fue saludado por su colega holandés, Jan Peter Balkenende, que no estuvo en el funeral de Estado en Madrid. En la sala del pleno fue directamente a su silla, mientras el resto de mandatarios departían en grupos en torno a la enorme mesa redonda. La soledad de Aznar contrastaba con la animada conversación que mantenían Jacques Chirac y Gerhard Schröder, a la que se sumó un sonriente Tony Blair.

En su asiento, el presidente cruzó algunas palabras con sus vecinos de mesa, el eslovaco Mikulas Dzurinda y el belga Guy Verhofstadt. El danés Anders Fogh Rasmussen y el polaco Leszek Miller, que hacían una ronda de saludos, se acercaron en un momento dado a Aznar. Lo mismo hizo el presidente de turno de la UE, el irlandés Bertie Ahern.

CONDOLENCIAS La frialdad con Aznar no impidió que la sesión comenzara con una manifestación de condolencias a los españoles por el 11-M. Antes, el Partido Popular Europeo alabó en una resolución la gestión de Aznar y afirmó que su Gobierno estuvo "a la altura de los acontecimientos" tras el 11-M. "Aznar se marcha como llegó: diciendo la verdad", dijo Silvio Berlusconi.