El pasado miércoles Rocky Djelal, de 38 años, murió apuñalado a plena luz del día en el sureste de Londres. Al día siguiente era asesinado a navajazos Jay Hughes de 15 años, la misma edad que tenía Jai Sewell, que falleció de idéntica manera en otro punto de la capital el viernes. Ese mismo día, a la salida de la estación de metro de Clapham South, varias cuchilladas acabaron con Malcolm Mide-Madariola, de 17 años. El domingo un suceso similar terminó con la vida de un hombre de 22 años y una mujer se halla en estado crítico. El lunes el alcalde de la ciudad, Sadiq Khan, reconocía estar consternado porque las agresiones a cuchillo se han convertido, «en una epidemia, que llevará toda una generación atajar».

Poco después de sus palabras, caía otro adolescente de 16 años. Cinco muertos en seis días. El número de homicidios en la capital en lo que va de año se eleva a 119, tres veces más que en el 2017. La mayoría de las víctimas eran adolescentes de color de hogares modestos. El comandante Stuart Cundy de Scotland Yard anunció el despliegue de «varios cientos de agentes extra para vigilar las calles», después de estos «terribles» días. El alcalde se ha quejado repetidamente de los recortes al presupuesto de la policía y el número de efectivos disponibles, aunque admite que la situación supera el simple problema de orden público.

Londres es aún una ciudad relativamente segura. Pero este nivel de violencia, que en ocasiones rebasa al de Nueva York, crece. Algunos vecindarios están a merced de las bandas juveniles, en guerra con grupos rivales. Las familias, cuando los chicos salen de casa, no saben si volverán.

Las autoridades reconocen su impotencia para frenar, «la carnicería en las calles de Londres», de la que hablan los medios de comunicación. De acuerdo con el alcalde hasta alumnos de primaria van armados. «Hay niños en la escuela primaria que no solo piensan que está bien llevar una navaja, sino que les da un sentido de pertenencia el unirse a una banda criminal, les hace sentir más seguros», explica Khan.

Médicos, como el doctor Ross Davenport del hospital Royal London, que atienden a las víctimas, están alarmados por la ferocidad y ensañamiento de los ataques. «Antes solíamos ver una o dos heridas por víctima, ahora muy a menudo nos encontramos con múltiples heridas, cinco o algunas veces diez puñaladas en un solo paciente». En algunos hospitales las reservas de plasma han disminuido a causa de esta ola de agresiones. «Hemos visto un incremento año tras año de jóvenes y adultos con heridas de arma blanca», señala Davenport. «Llegan en cualquier momento del día o la noche, pero suele haber más ingresos a medida que el día avanza y se aproxima el fin de semana», añade el médico.

250 BANDAS

La lucha entre bandas y el tráfico de drogas están detrás de esta sangría. De acuerdo con un estudio de la universidad de London South Bank, en la capital hay 250 bandas organizadas con 4.500 miembros. Los investigadores destacan que las bandas están especialmente interesadas en el dinero de la droga. «La orientación está más dirigida hacia el negocio y eso ha cambiado el sentido del territorio. En lugar de la fijación emocional de pertenencia a un distrito que necesita ser defendido, el territorio es ahora un mercado que hay que proteger», señala el estudio. Los autores detectan el aumento de chicas transportando drogas, «cada vez más expuestas a la violencia y la explotación sexual».

Lo competitivo del mercado de estupefacientes en la capital hace que las bandas se estén expandiendo a otras ciudades británicas. El uso de cocaína registra un boom no visto en los últimos 10 años. Khan ha denunciado la conexión de «las fiestas de las clases medias», donde se consume esa sustancia, en «la creencia de que eso no provoca víctimas», ignorando, «el vínculo de las drogas con las bandas criminales así como los crímenes con cuchillos y el aumento de la delincuencia».