El negociador de la Unión Europea para el 'brexit', Michel Barnier, es muy consciente de la crucial reunión que celebra este viernes del gabinete de la primera ministra británica, Theresa May. Sabe que una palabra suya puede complicar las discusiones pero ha dejado claro que si Reino Unido redefine sus líneas rojas Bruselas también adaptará su oferta. “El mercado único es nuestro principal bien público” pero “estamos dispuestos a adaptar nuestra oferta si las líneas rojas de Reino Unido cambian. Mi objetivo siempre ha sido llegar a un acuerdo con el Reino Unido no contra el Reino Unido”, ha asegurado.

El equipo de gobierno de May se reúne a estas horas en su residencia de verano de Chequers para terminar de acotar el Libro blanco en el que fijarán la posición sobre la relación futura con la UE, que tienen previsto publicar la próxima semana. Un debate urgente que afrontan divididos entre quienes quieren un brexit duro, como el titular de exteriores Boris Johnson o el negociador británico David Davis, que siguen apostando por la salida del mercado único y la unión aduanera y quienes, como May, apuestan por un brexit blando a partir de un “arreglo aduanero facilitado”.

“Tengo un verdadero respeto por Theresa May y sé que su trabajo diario no es fácil. No quiero comentar sobre el Libro blanco que aún no se ha publicado. Permítanme tomarme tiempo con mi equipo para analizar cuidadosamente, con precisión con concreción el documento la próxima semana”, ha indicado el político francés durante un discurso sobre el estado de las negociaciones pronunciado en una conferencia organizada por el Instituto de Asuntos Europeos e Internacionales.

Evitar una frontera dura

Pese a este gesto de diálogo, Barnier ha vuelto a reiterar que el mercado único es la pieza central del proyecto europeo, que no es “un gran supermercado” en el que uno pueda elegir con qué parte quedarse, que la UE no está dispuesta a desmantelar sus normas, y que es necesario encontrar una solución que respete su integridad y evite el regreso de una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del norte.

En este sentido, ha insistido en que la propuesta de la UE que mantendría al territorio norirlandés alineado con la reglamentación comunitaria no minará la integridad del Reino Unido ni supondrá una nueva frontera entre Irlanda del norte y el resto del Reino Unido. “Hay que desdramatizar”, ha pedido. Pero “necesitamos clarificar cómo y dónde deberán producirse los controles”, añadido.

Cuatro meses para la solución

El tiempo apremia, ha vuelto a recordar el negociador europeo, y siguen teniendo demasiadas preguntas y pocas respuestas. La UE quiere un acuerdo para otoño de forma que los Estados miembros y la Eurocámara tenga margen de maniobra suficiente para terminar el proceso de ratificación a tiempo para la fecha de salida, el 29 de marzo de 2019.

Hasta ahora los 27 gobiernos de la UE han mantenido una férrea unidad en torno a Barnier aunque las primeras grietas ya han empezado a surgir. Según ha confirmado la Comisión Europea, el ministro de interior alemán, Horst Seehofer, ha escrito al presidente Jean-Claude Juncker alertando de los riesgos para la seguridad del brexit por la intransigencia europea. El presidente del Ejecutivo comunitario ha respondido desde Viena que Barnier sigue las orientaciones del Consejo Europeo y ha avisado que no hay que seguir “todos los reflejos a los que las consideraciones de política interior pueden llevar”.