El acuerdo del brexit está al alcance de la mano. Sigue siendo posible cerrar un pacto de aquí al próximo miércoles 17 de octubre, la fecha límite fijada por los 27 jefes de Estado y de Gobierno de la UE para constatar la existencia de progresos suficientes en las negociaciones entre la UE y el Reino Unido. Pero para ello la primera ministra británica, Theresa May, tendrá que aceptar el mecanismo diseñado por el equipo del negociador jefe de la UE, Michel Barnier, para evitar el regreso de una frontera física entre Irlanda e Irlanda del norte.

Sigue habiendo flecos importantes y Barnier ha aprovechado un encuentro con empresarios de toda Europa, celebrado en la Eurocámara, para recordar, con detalle y en inglés, los beneficios de su plan que incluye, ha dicho, «controles lo menos intrusivos posible» porque la única opción de Londres para esquivarlos sigue siendo que el Reino Unido se mantenga como parte «de la unión aduanera».

Londres ha dejado claro que quiere salir de esa unión y del mercado único. La decisión implica automáticamente el regreso de los controles a las mercancías que transiten entre la UE y el Reino Unido, tanto de aduanas e IVA como de cumplimiento con los estándares de protección de los consumidores europeos. Dado que evitar el regreso de una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte se ha convertido en crucial, la pregunta clave es: ¿dónde se realizarán esos controles?

Bruselas está dispuesta a dar todo tipo de facilidades. Por ejemplo, para los controles de IVA y aduanas proponen que las empresas en el resto del Reino Unido rellenen de antemano declaraciones de aduana cuando vayan a enviar mercancías a Irlanda del norte. De esa forma los únicos controles visibles serían el escaneado de los códigos de barras de camiones y contenedores. Una fórmula que ya existe en algunos Estados miembros y, en particular, «en aquellos con islas como entre España y Canarias».