Un año después de que en Faluya una manifestación en contra de la ocupación acabara en una masacre de civiles y diera inicio a la rebelión contra el Ejército de EEUU, la guerra ha vuelto a la ciudad suní. A pesar de que EEUU insiste en que quiere una salida negociada al asedio, su aviación volvió a bombardear ayer la ciudad y los marines mantienen el cerco, listos para una ofensiva definitiva. Los civiles son quienes sufren esta cruenta guerra en tiempos de posguerra y las cifras de muertos y refugiados continúan aumentando.

Todo lo que rodea a Faluya tiene un aire de guerra. Mientras muchos civiles huyen de la ciudad, las televisiones occidentales --integradas con los marines-- y las árabes --instaladas en Faluya-- mostraban ayer explosiones que no se veían desde los bombardeos de Bagdad. El objetivo, según algunas fuentes militares, es aislar varios barrios de la ciudad para preparar un asalto a sangre y fuego contra los insurgentes. Pero la versión oficial es que los soldados sólo se defienden de las múltiples rupturas del alto el fuego.

Y es que, oficialmente, EEUU quiere dar una oportunidad al diálogo, aunque los bombardeos marquen la realidad. "En Faluya, una solución militar es simple y rápida", alardeó el general Mark Kimmit, portavoz del Ejército en Irak. "Aun así, estamos dispuestos a mantener la tregua, porque Faluya es algo más que un problema militar", admitió Kimmit. Hasta el 5 de abril, Faluya era un problema de insurgentes que golpeaban a los ocupantes. Desde el inicio de la operación militar, Faluya es, sobre todo, un símbolo de la resistencia y una ciudad mártir.

El Ministerio iraquí de Sanidad, nombrado por la Autoridad Provisional de la Coalición y, por tanto, poco sospechoso de posiciones antiestadounidenses, dice que 280 personas han muerto en la ciudad desde el inicio de la operación, entre las que hay 24 mujeres y 30 niños. Cifras muy bajas comparadas con las que da la Organización de Ulemas Iraquís citando fuentes sanitarias de Faluya y que triplican el número de víctimas. Una sinrazón, en cualquier caso, si se tiene en cuenta que la ofensiva nació como respuesta a la mutilación de cuatro empleados de seguridad de una empresa de EEUU.

UNA LECCION Para dar esta lección a los insurgentes, las fuerzas ocupantes se metieron en un embrollo cuyas perspectivas son poco halagüeñas. Los líderes religiosos sunís acusan a EEUU de sabotear tanto de palabra --con amenazas-- como de hecho --bombardeos-- las treguas que se han sucedido en la ciudad.

Por si fuera poco, un segundo frente potencialmente más explosivo sigue incubándose en Nayaf, donde el Ejército del Mehdi del clérigo radical Moktada al Sadr ha reducido su presencia en las calles tras el ataque del martes en Kufa, en el que murieron 64 personas.

En el resto del país, sigue el goteo de violencia. Tres soldados de la coalición ocupante murieron ayer en escaramuzas o a consecuencia de heridas de días pasados. Además, un militar ucraniano murió y otros dos resultaron heridos cuando su vehículo fue atacado cerca de Al Kut.

Todo ello el día en que, en alguna cárcel desconocida, Sadam Husein celebró su 67º cumpleaños.