Nada ha cambiado de forma inmediata en la política de Estados Unidos para tratar de forzar un cambio de régimen en la Venezuela de Nicolás Maduro, pero desde la llegada de Joe Biden al poder se atisba una forma de hacer algo menos punitiva y más humana. Su Administración ha anunciado este martes que reevaluará las sanciones impuestas al país latinoamericano, unas sanciones que a ojos de Naciones Unidas han contribuido a agravar la pavorosa crisis humanitaria que padece su población. El anuncio ha ido acompañado por una medida más tangible para proteger de la deportación a los cerca de 320.000 venezolanos que viven en EEUU en situación irregular y concederles permisos temporales de trabajo.

"Estamos comprometidos a ayudar a los venezolanos en este momento de necesidad", escribió el secretario de Estado, Tony Blinken, en las redes sociales. Por ese motivo, EE UU está orgulloso de ofrecer a los venezolanos nuestro apoyo con el Estatus de Protección Temporal mientras trabajan para restaurar su democracia y recuperar la prosperidad. Ese estatus blindará a los venezolanos de la deportación durante los próximos 18 meses, siempre que se acojan al programa en un plazo de 180 días y puedan demostrar que residen actualmente en EE UU. No se aplicará a todos aquellos que lleguen al país en próximas fechas, una condición que pretende evitar el efecto llamada para no agravar la crisis que se vive en la frontera mexicana, donde se ha disparado la llegada de inmigrantes desde que Biden aterrizara en la Casa Blanca.

El nuevo presidente ha ido más allá de lo que hizo en su día Donald Trump, quien se negó a conceder a los venezolanos el Estatus de Protección Temporal (TPS, de sus siglas en inglés), en consonancia con sus políticas de tolerancia cero hacia la inmigración irregular. Tampoco les dio permisos de trabajo, aunque en la recta final de su mandato, suspendió la deportación de venezolanos.

El TPS se creó en los años noventa para amparar a los inmigrantes que huyen de los conflictos bélicos, las catástrofes naturales u otras situaciones extraordinarias. En el caso de Venezuela, Washington ha esgrimido que, las "condiciones de vida" que imperan en el país, "no le permiten proteger a sus propios ciudadanos". De acuerdo con las estimaciones de Naciones Unidas, el 94% de los venezolanos vive en la pobreza. Millones de personas no tienen garantizado el acceso al agua, la comida o los medicamentos. La inflación es estratosférica y la penuria generalizada, una situación que ha obligado a cerca de cinco millones de venezolanos a buscar refugio fuera de su país.

Fracaso de las sanciones

La corrupción masiva del régimen de Maduro y la mala gestión se esgrimen habitualmente como motivos de la catástrofe venezolana, acentuada por más de una década de sanciones occidentales, lideradas por EE UU, una estrategia de presión que ha ahondado el aislamiento de la economía venezolana. En una llamada con periodistas, la Administración Biden anunció que está dispuesta a reevaluar las medidas punitivas tras constatar que han fracasado en su intento de precipitar la caída de Maduro. "EE UU no tiene prisa en levantar las sanciones", dijo uno de sus funcionarios de forma anónima. Pero tenemos que reconocer que las sanciones unilaterales de los últimos cuatro años no han conseguido el desenlace electoral esperado.

Es la misma lógica que aplicaron Barack Obama y su entonces vicepresidente Biden para pilotar al acercamiento a Cuba, más tarde revertido por Trump. Pero antes de proceder a levantar alguna de las sanciones que asfixian al petróleo o el sector bancario venezolano, el nuevo presidente quiere ver gestos del régimen hacia la oposición. "Señor Blinken, por mera coherencia, lo procedente, como ha demandado la ONU, es que su Administración levante de inmediato las crueles sanciones que han generado todo tipo de dificultades y dolor al pueblo", afirmó desde Caracas el canciller venezolano, Jorge Arreaza.

Portazo al diálogo con Maduro

Si bien Biden pretende romper con el unilateralismo hacia el país caribeño de su predecesor, la distensión se antoja todavía lejana. La Casa Blanca ha dejado claro que no tiene por el momento ninguna intención de dialogar con Maduro y seguirá reconociendo a Juan Guaidó como presidente interino del país, al igual que hacen otro medio centenar de naciones. La semana pasada extendió además el decreto firmado por Trump que designa a Venezuela como "amenaza inusual" para la seguridad de EEUU, una figura jurídica que allana el camino para nuevas medidas punitivas.