No lo parece, pero el próximo miércoles Estados Unidos tendrá un nuevo presidente, un líder que pretende pasar página cuanto antes del caos de los últimos años para abordar los graves problemas que afronta el país. Y ese líder, Joe Biden, ha presentado este jueves su primera propuesta económica para hacer frente a los estragos del coronavirus y relanzar una economía que sigue perdiendo empleo a marchas forzadas. El demócrata ha puesto sobre la mesa un paquete de estímulo de 1.9 billones de dólares, que incluye el pago directo a los estadounidenses de 1.600 dólares, así como la extensión de las ayudas a los desempleados y una moratoria contra los desahucios que se prolongará hasta septiembre.

Biden tendrá que aprobar en el Congreso su rescate de emergencia para que acabe tomando forma, un escenario que se ha complicado por la puesta en marcha del segundo impeachment contra Donald Trump, llamado acaparar la atención del Capitolio en las primeras semanas de su presidencia. Creo que podemos conseguirlo. Nada menos que la salud de nuestra nación está en juego, ha dicho Biden durante su comparecencia. Su inyección de liquidez en la economía no es muy distinta a las otros dos aprobadas con Trump en el poder, por valor de 2.3 billones de dólares y 900.000 millones, financiadas todas ellas mediante la emisión de deuda.

La prioridad del presidente electo sigue siendo el control de la pandemia, que ha dejado ya 385.000 muertos y que la semana pasada se acercó a una media de 245.000 nuevos contagios diarios. Durante esta pandemia millones de estadounidenses han perdido la dignidad y el respeto que aporta un empleo y un salario, por más que no fuera culpa suya, afirmó durante el discurso. Ese sufrimiento está haciendo mella sobre la economía real. El demócrata pretende dedicar 400.000 millones a hacer frente al virus, un plan que incluye la creación de grandes centros de vacunación, unidades móviles para llegar a las zonas remotas o la contratación de 100.000 trabajadores que se dedicarán al rastreo del virus y la concienciación frente a la pandemia. Su plan pasa por vacunar a 100 millones de estadounidenses durante los primeros 100 días de su mandato.

Parte del dinero se destinará además a incrementar la seguridad en los colegios, con la intención de que puedan reabrir antes del mes de abril, ya que en buena parte del país las clases siguen siendo virtuales, casi un año después de que las escuelas cerraran en marzo del 2020. Otros 350.000 millones irán a tapar los agujeros presupuestarios que ha dejado la pandemia en municipios y estados, asfixiados por el desplome de los ingresos fiscales a medida que millones de personas perdían sus empleos.