"La política exterior nunca se detiene", avisaba hace unos días el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. Tampoco lo ha hecho este verano, particularmente intenso y cargado en la escena internacional con tensiones crecientes a las puertas de Europa -golpe de estado en Malí, elecciones presidenciales en Bielorrusia cuyo resultado no reconoce la UE, tensiones en el Mediterráneo oriental entre Grecia y Chipre con Turquía, a cuenta de las prospecciones de gas y la delimitación de zonas económicas marítimas exclusivas y el intento de asesinato del opositor ruso Alexei Navalny y el papel de Rusia- que han mantenido al representante europeo y a los ministros de exteriores ocupados y que auguran un inicio de curso y un otoño muy movido.

Algunos de estos temas centrarán la cumbre extraordinaria que celebrarán los jefes de Estado y de Gobierno de la UE el 24 y 25 de septiembre en Bruselas -la segunda presencial en la capital belga desde la irrupción del covid-19- y una ocasión de oro para definir al más alto nivel político el papel de la UE ante la represión en Bielorrusia o buscar soluciones al desafío de Ankara en el Mar Egeo que sigue tensionando la UE y la OTAN.

SIN RESPUESTAS RÁPIDAS

"No podemos cambiar las grandes tendencias mundiales, pero podemos cambiar la forma en que respondemos a ellas. En nuestra toma de decisiones, cada país puede bloquear en última instancia cualquier posición o acción de la UE. Eso es poder negativo. Si cada uno se sienta en su posición y espera que el resto del grupo converja en sus puntos de vista, esa no es la forma que nos ayuda a moldear el mundo o a establecer la agenda", reivindicaba hace unos días Borrell ante la renqueante respuesta europea y las dificultades que tiene la UE para ofrecer una respuesta rápida, clara y consistente.

Además de los conflictos vecinos, la UE tampoco perderá de vista este otoño las elecciones presidenciales de Estados Unidos, previstas el próximo 3 de noviembre y que determinarán si el multimillonario Donald Trump sigue en la Casa Blanca o se produce el ansiado recambio con una eventual victoria del demócrata Joe Biden.

Una elección capital para el futuro de ambos bloques y especialmente para la relación comercial entre los 27 y la Casa Blanca, rehén hasta ahora de los vaivenes del republicano que durante su mandato ha paralizado la Organización Mundial del Comercio y ha abandonado tres acuerdos internacionales: el pacto nuclear con Irán, el Tratado de cielos abiertos y el acuerdo con Rusia sobre fuerzas nucleares de alcance medio.