El lema está escrito en negro y rojo en varios tramos del muro . "Bienvenido al gueto de Abu Dis". Hay muchas más sentencias. Políticas ("Sharon es un criminal"), comparativas ("Sharon=Hitler; el nuevo gueto de Varsovia"); de reafirmación ("Jerusalén es más fuerte que el muro"); desesperadas ("Basta de matar al pueblo palestino") y, también, un desgarrador anhelo: "Queremos vivir como todo el mundo". El muro que construye Israel ha llegado a Jerusalén.

Abu Dis es una aldea anexa a Jerusalén en el que viven 82.500 palestinos. Allí, el Gobierno de Ariel Sharon ha levantado un muro de nueve metros de altura como parte de la barrera en la ciudad santa, que recibe el eufemístico nombre de el sobre de Jerusalén , ya que consiste en resguardar imaginariamente a la ciudad dentro de un gigantesco sobre, que sería el muro. Una mole de cemento que separa Abu Dis de Jerusalén Este, una barrera inhumana que encarcela al aire libre a miles de personas.

Como en Cisjordania

Los efectos del muro sobre la población de Abu Dis son los mismos que en las otras zonas de Cisjordania. Imposibilidad de movimiento, anexión de tierras, desgracias humanitarias. Por ejemplo, Abu Dis carece de hospital, y hasta la construcción del muro sus habitantes acudían a dos hospitales situados en Jerusalén Este. Ahora, deben solicitar permisos o saltar una parte aún no construida del muro de unos dos metros de altura. Trabajos, familias, escuelas... Toda una vida ha quedado tras el muro.

En el asilo religioso Nuestra Señora de los Dolores, la anciana Adisa está triste. El asilo, propiedad de una orden de monjas francesas y en la que se alojan 52 ancianos, ha quedado del otro lado del muro, que se yergue a apenas cinco metros de la puerta de entrada. La casa de la familia de Adisa se encuentra en Abu Dis, a unos 20 metros en línea recta. Antes de la construcción del muro, la anciana dormía en su casa y su hijo la llevaba por las mañanas al asilo. Ahora, Adisa no puede regresar a su hogar. "El muro me ha prohibido vivir mi vida", se lamenta la anciana.

"Adisa no puede saltar el muro, y su familia no puede mantenerla en casa", explica la hermana Angéle, una vivaracha monja que trabaja en el asilo. "Su hijo viene de vez en cuando a verla, pero él también tiene problemas para salir de Abu Dis a causa de los permisos", añade la monja, quien explica que las ambulancias no pueden acceder al asilo sin permisos previos y que nunca sabe si los trabajadores del asilo, que viven en Abu Dis, podrán venir a trabajar, a causa de los permisos que necesitan.

La construcción del muro en Jerusalén escapa del debate bizantino que Israel ha abierto con el muro en Cisjordania. Argumenta el Gobierno de Sharon que el muro es una medida de seguridad y que no se trata de anexionar tierras ni de obligar a desplazamientos de población, pese a que miles de palestinos atrapados entre el muro y la Línea Verde necesitan permisos para acceder a sus tierras, a sus casas, a sus escuelas. Con el muro de Jerusalén no hay debate posible. No es una valla electrificada, como en algunas zonas de Cisjordania, sino una mole de cemento. Y su recorrido no separa Jerusalén Oeste de Jerusalén Este, como dictaría el sentido común si de lo que se trata es de impedir el acceso de palestinos con cinturones de explosivos a Jerusalén Oeste. El trazado del sobre de Jerusalén , del que el muro de Abu Dis es sólo una parte, separa Jerusalén Este del norte y el sur de Cisjordania, y mantiene dentro del lado israelí del muro a todos los palestinos de Jerusalén.

El DNI azul

Los más de 240.000 palestinos que viven en Jerusalén Este están obligados a tener un permiso de residencia, conocido como el DNI azul. Para renovarlo, deben demostrar a las autoridades israelís que su "centro de vida" es Jerusalén, es decir, que residen o trabajan en la ciudad. En una flagrante discriminación, los habitantes israelís no deben tener estos permisos ni demostrar su relación con la ciudad.

El muro deja fuera de la ciudad a 15.000 palestinos con DNI azul que viven en los campos de refugiados de Kalandia y Kufr Aqab. Si estas miles de personas quieren renovar el permiso, al vivir del otro lado del muro no podrán argumentar que su centro vital es Jerusalén. Y, al contrario, muchos palestinos que tienen DNI de habitante de Cisjordania quedarán del lado israelí del muro, con lo que técnicamente se convertirán en residentes ilegales al no tener el DNI azul y serán candidatos a ser expulsados de los alrededores de Jerusalén, donde ahora viven. Los palestinos dan por hecho estas consecuencias del muro y relacionan esta hipotética expulsión de población como un paso más para vaciar de palestinos Jerusalén y sus alrededores y ocupar su lugar con colonos.

"Construyen tres países en el mismo país. Intentan separar a la población por sus DNI. Eso es apartheid" , se lamenta Reham Jaffal, estudiante de Medicina en la Universidad Al Quds, en Abu Dis. "Yo necesitaré un permiso para ir a mi ciudad, Jerusalén", añade indignada la estudiante. La Universidad de Al Quds, donde estudian 8.000 jóvenes, se encuentra a pie del muro. La barrera es visible desde todo el centro, especialmente desde la facultad de Derecho, donde los alumnos sólo tienen que mirar por la ventana para verla.

"¿Sabe qué es lo peor del muro? --pregunta Zaed Emrush, un estudiante de Derecho de la Al Quds--. Su presencia. Es como si los israelís nos dijeran: ´Chaval, te vas a quedar aquí encerrado toda tu vida, nunca podrás irte´. El muro sólo genera angustia y rabia".

En el asilo, la hermana Angéle se despide con una petición: "Por favor, ayúdenos a decir en voz alta a todo el mundo que esto es una aberración". A sus espaldas, nueve metros de cemento.