Segunda visita sorpresa a Irak del primer ministro británico, Tony Blair, y cambio de tercio respecto a la razón principal que propició en marzo la invasión de Irak. Ya no son las armas de destrucción masiva que supuestamente fabricaba y almacenaba el régimen de Sadam Husein el argumento principal para comenzar las hostilidades, sino la "noble causa" de defender al mundo de los regímenes brutales y represivos, según declaró ayer Blair durante su visita al contingente británico.

Cerca de 10.000 soldados del Reino Unido están aún desplegados en Irak. Un total de 58 hombres han muerto en la guerra y la posguerra. Blair alabó a los soldados británicos, a los que calificó de "los pioneros en la salvaguardia de la estabilidad en el siglo XXI". La guerra de Irak, dijo el premier británico, ha sido "un test" en la lucha contra las dictaduras.

PROBLEMA DE SEGURIDAD Recién llegado del balneario de Sharm el Sheij, en el mar Rojo, Blair sostuvo que los regímenes represivos podían desarrollar armas de destrucción masiva y eran "un grave problema para la seguridad en el mundo".

Y mientras Blair hacía su particular anuncio en Irak, sus ciudadanos podían leer en The Independent que soldados británicos mataron a golpes a un prisionero iraquí, según un historial médico al que tuvo acceso el diario. Los militares golpearon a ocho jóvenes iraquís a los que habían arrestado en Basora. Uno de ellos, Baha Mousa, cuyo cuerpo fue devuelto a su familia, murió.