Sinceramente, resulta difícil entender las razones del primer ministro británico para convocar un referendo sobre la Constitución europea, máxime cuando el Reino Unido es ahora el campeón del euroescepticismo y todas las encuestas dan como seguro que la mayoría de sus compatriotas están en contra no sólo de la defectuosa Constitución que se quiere implantar, sino también del euro y de la construcción europea en general.

Algunos analistas pretenden que el gesto de Tony Blair es una hábil estratagema para neutralizar el proyecto conservador de poder convertir las elecciones al Parlamento Europeo de junio precisamente en un plebiscito sobre la Europa que viene. Blair madrugaría a los conservadores y recogería la adhesión de ciertos sectores modernizantes para quienes esta Europa improbable es un sueño necesario. El riesgo de tal aventura es grande, pero ¿sería capaz de hacer otra cosa el líder laborista? La respuesta es: tal vez no.

*Periodista.