Tony Blair pensó en dimitir el pasado mes de junio, cuando los electores le pasaron factura por la guerra de Irak. El castigo sufrido por los laboristas en los comicios locales e europeos llevó al primer ministro británico a plantearse abandonar el cargo, según informó ayer la BBC.

Las dudas del jefe del Gobierno fueron tan serias que cuatro ministros, Charles Clarke, de Educación; John Reid, de Sanidad; Tessa Jowell, de Cultura; y Patricia Hewitt, de Comercio e Industria, se reunieron por separado con Blair para pedirle que siguiera en su puesto.

Los encuentros se produjeron en los días posteriores al doble revés electoral, mientras la violencia se recrudecía en Irak y la credibilidad de Blair bajaba en los sondeos. Finalmente, el primer ministro decidió seguir en Downing Street, negando en privado la existencia de un acuerdo para ceder el poder al eterno aspirante a su sucesión, el ministro de Finanzas, Gordon Brown.

TRIUNFO DE LOS EUROFOBICOS Junio del 2004 será recordado por los laboristas como un mes aciago. En las elecciones locales quedaron en el tercer puesto, con sólo el 26% de los votos, por detrás de conservadores y liberaldemócratas. Y en las europeas, los eurofóbicos vapulearon al partido de Blair, que logró el 21,6% de los apoyos, cuatro puntos menos que en 1999.

Un portavoz oficial subrayó ayer que Blair siempre ha tenido la intención de liderar a los laboristas en las elecciones generales del próximo año. Las revelaciones de la BBC subrayan, sin embargo, las tensiones internas, dentro del actual Gabinete, en vísperas de otra semana crítica. El próximo miércoles se dará a conocer el llamado informe Butler, sobre los errores cometidos en la información sobre armamento en Irak.