Con un apretón de manos, en una tienda de beduinos a las afueras de Trípoli, el primer ministro,Tony Blair, y el líder libio, Muamar Gadafi, sellaron ayer una nueva e insólita alianza en la guerra contra al Qaeda. De patrocinador del terrorismo internacional, Gadafi ha pasado a convertirse en un potencial aliado de Occidente en la lucha contra el extremismo islámico.

La renuncia de las autoridades libias, el pasado mes de diciembre, a la fabricación de armas de destrucción masiva, ha sido el último paso en un proceso de acercamiento libio a Occidente que según el primer ministro británico puede ser el comienzo "de una nueva relación".

Después de una hora de conversaciones en privado, Blair celebró una conferencia de prensa en la que anunció la disposición de Libia a colaborar con el Reino Unido en la guerra contra el terrorismo. Gadafi, aseguró el premier británico, reconoce "una causa común con nosotros en la lucha contra Al Qaeda, que amenaza no sólo a los occidentales sino también al mundo árabe".

CRITICAS CONSERVADORAS El Partido Conservador británico ha criticado la visita de Blair a Libia, que considera prematura y desconsiderada para los familiares de las víctimas de Lockerbie, el atentado llevado a cabo en 1988 por agentes libios y en el que murieron 270 personas.

Blair prometió no olvidar "el dolor de pasadas acciones" pero subrayó que "hoy es hora de avanzar". El encuentro de Gadafi con el mandatario británico estuvo precedido por una visita de dos días a Trípoli del subsecretario de Estado norteamericano, quien el miércoles entregó al coronel libio una carta de George Bush en la que éste alababa sus "excelentes progresos" al destruir su plan de armas nucleares y toneladas de armas químicas.