"El pueblo ya decidió que el Evo se queda". Por los altavoces ha sonado con estridencia la canción de la campaña electoral. Eran las 21.10 de este domingo cuando Evo Morales ha salido al balcón del Palacio Quemado, la sede del poder ejecutivo, acompañado de su compañero de fórmula, el vicepresidente Álvaro García Linera, sus ministros, sindicalistas y dirigentes sociales. Como en una coreografía, todos han levantado sus puños al mismo tiempo. Desde la plaza Murillo ha llegado la ovación de la multitud y han empezado los festejos por la victoria electoral más anticipada de la historia política de Bolivia. Morales ha sido reelegido para un tercer mandato presidencial con el 61% de los votos, según los sondeos a pie de urna, con lo que no será necesaria una segunda vuelta. Pero nadie se ha sorprendido. Lo importante era dominar las dos cámaras del Congreso y eso, de acuerdo con los cómputos preliminares, también se ha logrado.

El Movimiento al Socialismo (MAS) extiende de esta manera su incontenible hegemonía política hasta el 2020. "El esfuerzo de ustedes, de los dirigentes, de la Central Obrera (COB), de los servidores públicos, no ha sido en vano. Seguimos el proceso de liberación económica, política y tecnológica", ha dicho Morales tras conocer la victoria. Su inmediato seguidor, el empresario Samuel Doria Medina, habría logrado el 24% de las adhesiones. Los otros candidatos, Jorge 'Tuto' Quiroga, del Partido Democrático Cristiano (PDC); Juan Del Granado, del Movimiento Sin Miedo (MSM); y el indígena Mojeño Fernando Vargas Mosúa, del Partido Verde, han alcanzado cifras meramente testimoniales.

MODERACIÓN Y PRAGMATISMO

El MAS se ha impuesto en ocho de los nueve departamentos bolivianos, incluso en Santa Cruz, la región más rica del país que, en el 2007, intentó discutirle el poder a Morales. Si, siete años atrás, el Bolivia estaba dividida en dos, con el Occidente indígena como principal soporte de Morales, y el Oriente próspero en calidad de su principal impugnador, las elecciones de este domingo han demostrado que la figura presidencial ha podido disolver esas fuertes antinomias.

El secreto de la victoria electoral de Morales combina una dosis de moderación y pragmatismo. El crecimiento anual del 5% y la mejora de todos los indicadores sociales explican también el inapelable triunfo. El analista Pablo Rosell señala que el resultado "se fundamenta en una adecuada gestión de la bonanza económica, generando redistribución del ingreso gracias a una creciente participación del Estado en la economía y en el excedente nacional, pero también con un marco institucional que favoreció la remuneración al trabajo".

La Paz, donde el MAS ha obtenido el 70% de los votos, da cuenta de estos cambios: bulle como nunca antes. Hasta el 2009, solo había tres centros comerciales. Ahora hay 12. El consumo en los supermercados ha aumentado un 10% en el último año. La pobreza se ha reducido del 60% al 43%. El mercado de la automoción ha crecido más del 125%. De los seis millones de electores, la mitad usa Facebook. En el 2005, antes de que el Estado tomara el control de los hidrocarburos, Bolivia recibía 600 millones de dólares en concepto de regalías. Este año serán 6.000 millones de dólares.

RECUERDO PARA CASTRO Y CHÁVEZ

"Le dedico el triunfo a todos los pueblos que luchan contra el capitalismo, y especialmente a Fidel Castro y a Hugo Chávez, que en paz descanse", ha dicho Morales en su primer discurso como mandatario reelecto. En el 2006, la derecha creyó ver en él una nueva versión de los dirigentes cubano y venezolano. Y si bien el exlíder de los cocaleros los ha recordado con marcado afecto, las distancias entre los procesos de Cuba y Venezuela y el de Bolivia. En los hechos, Morales se asemeja mucha más al expresidente brasileño Luiz Inácio 'Lula' da Silva que aquellos nombres que tanta aversión provocan en el mundo conservador. Es más: contra lo que se esperaba, Morales se ha mostrado como un celoso guardián de las cuentas públicas. La inflación de los últimos 12 meses es del 4,3%. La cadena televisiva CNN, que solía tratarlo con cierto desdén, acaba de alabar al presidente por "transitar un camino de previsibilidad y lograr dejar tranquilo al mundo empresarial".

Andrés Solíz Rada fue el ministro que impulsó la nacionalización de los Hidrocarburos en el 2006. Seis meses más tarde, abandonó el Gobierno. Desde la distancia, defiende que Morales ha generado condiciones para la inclusión social. "El otro gran acierto reside en haber impulsado proyectos estratégicos que los capitales privados no estaban dispuestos a ejecutar. No menos importante ha sido su capacidad para derrotar a los santacruceños que postulaban el separatismo, así como al ultraindigenismo de las oengés, que pretendían disgregarnos en 36 inexistentes naciones", ha analizado Solíz.

"PENSAR A LO GRANDE"

Morales, que en el 2009 logró el 64% de los votos, ha llamado a "pensar en lo grande y no lo pequeño" y, en su noche victoriosa ha reiterado su deseo de hacer de Bolivia un país tecnológicamente más avanzado. "Cuando pensamos en un satélite (el Túpac Katari, lanzado desde China), se burlaron y esa política se ha impuesto. Vamos a empezar en la enegría nuclear con fines pacíficos, eso es pensar en lo grande. Vamos a ser el centro energético de Sudamérica", ha augurado.

Bolivia, que tiene una de las reservas más importantes de litio del mundo, aún sin explotar, quiere soñar a lo grande. García Linera, que, además de vicepresidente es un intelectual que le suele dar otra densidad al pensamiento más intuitivo de Morales, ha destacado que su país puede convertirse "en potencia continental".

La oposición se sigue mofando de esas predicciones y advierte sobre los peligros de que Morales quiera extender su poder más allá de lo legalmente permitido. "Gracias por cuidarnos nueve años más", ha dicho Morales a sus seguidores, como si pensara en el 2025 y, de inmediato, se ha corregido: "Perdón, cinco años más".

La Carta Magna no le permite una segunda reelección consecutiva. Pero Morales, que se queja de la ausencia de líderes emergentes, no parece haber descartado del todo la posibilidad de reformar la Constitución y volver a presentarse en el 2020. Para eso necesita tener a su favor dos tercios de las cámaras. Ya los tiene.