Jair Bolsonaro tuvo este martes su primera reunión ministerial después de recibir el alta médica y cuando resuenan los ecos de la primera crisis del Gobierno de ultraderecha que obligó al mandatario a echar nada menos que a Gustavo Bebianno, quien ocupaba la estratégica secretaría General de la Presidencia. Los 17 días que Bolsonaro estuvo en el Hospital Albert Einstein fueron de constantes sacudidas políticas. Los diarios no dejaban mencionar la presunta complicidad de su hijo Flavio con el crimen organizado o hablaban de las intrigas de su vicepresidente, el general retirado Hamilton Mourão.

Lo de Bebianno resultó sin embargo un tropezón más duro para el capitán retirado. Era de uno de sus hombres de máxima confianza. Bolsonaro le pidió la dimisión el lunes por la noche por inesperados “desacuerdos” políticos. No se trató, sin embargo, de discrepancias políticas. En este sentido, días atrás, el diario paulista 'Folha de Sao Pablo' hizo referencia a un caso de desvío de dinero público del fondo electoral durante la última campaña que salpicaba a Bebianno y al ministro de Turismo, Marcelo Álvaro Antônio.

PRIMERO, LA FAMILIA

La noticia derivó en un enfrentamiento público con otro de los hijos del jefe de Estado, Carlos Bolsonaro. Entre su familia y el hombre que le manejó la campaña electoral, el presidente eligió lo primero. Algunos medios se aventuran a presagiar futuras revelaciones sensibles. Las peleas en el Gobierno se están convirtiendo en la comidilla de la prensa justo en momentos en que el Congreso pondrá a prueba la fortaleza de Bolsonaro y el demorado proyecto de la reforma de las pensiones.

El cargo de Bebianno ha sido ocupado por el general Floriano Peixoto, quien se convierte en el octavo uniformado de un Gabinete ministerial de 22 integrantes. Desde las redes sociales, Bolsonaro ha intentado llevar tranquilidad a los mercados y a sus simpatizantes. La realidad indica otra cosa. A 50 días de haber asumido la presidencia, la revista 'Carta Capital' habla de “una ópera bufa en siete actos” que muestran a un presidente cada vez más frágil.