El presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, que acaba de cumplir 100 días en el poder, dijo el jueves, en un encuentro con líderes evangélicos, que su país vota ahora en la ONU guiado por un versículo de la Biblia.

"No hemos huido de ninguna tradición. Nosotros pasamos a votar allí, en la ONU, en las cuestiones de Derechos Humanos, de acuerdo con Juan 8:32. Y, de acuerdo con la verdad, por coincidencia, pasamos a votar junto con Estados Unidos e Israel, además de con otros países", señaló Bolsonaro durante el acto, en Río de Janeiro.

El mandatario hizo así referencia al versículo 32 del capítulo 8 del Evangelio según San Juan ("Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres"), al que recurrió en multitud de ocasiones durante la pasada campaña electoral y en sus 100 días como jefe de Estado.

Posteriormente, en un directo en su cuenta personal de Facebook, Bolsonaro dijo que el voto de Brasil en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha experimentado un "cambio radical".

Según él, el voto de Brasil era "siempre afinado con Venezuela, Irán, Cuba y otros países que no tienen ningún amor por la democracia y la libertad".

Desde su llegada a la presidencia d Brasil, Bolsonaro busca una aproximación a Estados Unidos y a Israel, países a los que considera estratégicos desde el punto de vista de su política exterior, a la que se ha propuesta librar de las "amarras ideológicas" de gobiernos anteriores.

En este sentido, el Ejecutivo de Bolsonaro ha roto la tradición diplomática brasileña de los últimos años no apoyando en la ONU lo que considera un "tratamiento discriminatorio contra Israel".

EMBAJADA EN TEL AVIV

Por otro lado, el mandatario prometió durante la pasada campaña electoral el traslado de la embajada de Brasil de Tel Aviv a Jerusalén, una decisión que no llegó a oficializar ni siquiera durante la visita que realizó a Israel la semana pasada.

Por el momento, solo ha anunciado la intención de abrir una oficina comercial en la Ciudad Santa.

El posible traslado de la embajada generó un profundo malestar en los países árabes, que representan un mercado de vital importancia para el sector cárnico brasileño. La comunidad árabe tampoco aceptó de buen grado la idea de una oficina de negocios en Jerusalén.

Bolsonaro cenó en la víspera con cerca de 40 embajadores de países árabes a los que trasmitió su deseo de estrechar los lazos comerciales y les comentó que su Gobierno es "amigo de todos" y está "de brazos abiertos" para todos los países, "sin excepción".

Sin embargo, en el evento con los líderes evangélicos, celebrado en un hotel de lujo en la zona oeste de Río, el presidente brasileño mantuvo su promesa de campaña de trasladar la embajada porque quien decide "donde es la capital o no de Israel es su pueblo, su gobierno y sus parlamentarios".