La muerte se ha repetido por 73 en Brasil durante las últimas 24 horas a causa de un coronavirus que ya ha provocado 432 decesos y más de 10.000 contagios. La sensación de que todo empeorará la ha confirmado un boletín epidemiológico del Ministerio de Salud, en el cual se deja constancia de la inquietud por la velocidad con la que crecen las infecciones no solo en Sao Paulo, el corazón económico del gigante sudamericano, sino en los estados de Río de Janeiro, Ceará, Amazonas y el Distrito Federal. Gran parte de la sociedad no solo tiene miedo a contraer el virus. La imagen del presidente Jair Bolsonaro está por el piso. Su sucesión de órdenes y contraórdenes, el enfrentamiento que ha tenido con los gobernadores estaduales y el ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, por las medidas de aislamiento social, así como la subestimación de la pandemia, a la que ha llamado "gripecita", han provocado que más de la mitad de los brasileños ya no lo crean capaz de liderar la situación.

Las críticas periodísticas son lapidarias. El conservador diario paulista 'Estado' aseguró en su editorial que es "notoria" la "incapacidad" del capitán retirado para ejercer la presidencia. "La doble crisis de la salud pública y la economía puede ser devastadora. La pandemia no está bajo control. La recesión es inevitable (...) Y, sin embargo, los peores desastres tienen su potencial positivo (,,,) En el caso de Brasil, abre la posibilidad de deshacerse del peor presidente que hemos tenido", señaló en Jornal do Brasil Paulo Nogueira Batista. A su criterio, "la conmoción monumental producida por el nuevo coronavirus y, en particular, la incompetencia del presidente, ha causado un inmenso desgaste. El número y la importancia de sus oponentes crecieron, incluso sintomáticamente a la derecha e incluso a la extrema derecha". La revista Isto é ya se ha inclinado a favor de su desplazamiento. Su portada sabatina lleva el provocador título de "la solución (Hamilton) Mourão", acompañado de la imagen del vicepresidente y ex general del Ejército.

El clan Bolsonaro cree que Mourão ya conspira en contra de un mandatario que en rigor cogobierna con las Fuerzas Armadas. Su hijo y concejal de Río de Janeiro, Carlos Bolsonaro, expresó su desagrado por una reunión que tuvo el vicepresidente con el gobernador de Maranhão, Flávio Dino, quien pertenece al Partido Comunista. "Tuvimos una reunión con un diálogo técnico, respetuoso y sensato. Por supuesto, Mourão no está en mi campo ideológico. Pero, si Bolsonaro le entrega el gobierno, Brasil llegará en 2022 en mejores condiciones", dijo luego Dino.

Caso para psicólogos

Otros dirigentes ya han pedido abiertamente el desplazamiento del jefe de Estado. La ex candidata presidencial Marina Silva consideró que la situación de Bolsonaro limita con la "necesidad de una interdicción clínica urgente". Hasta los psicoanalistas toman la palabra para tratar de explicar lo que sucede. Para la profesora de la Universidad de Sao Paylo, Miriam Debieux Rosa, Bolsonaro ahora está tratando de transponer su "lógica de guerra", de respuestas violentas a los problemas, que defendió como diputado a la gestión política. El resultado de esto son las "crisis incesantes". El psicoanalista y escritor Mário Corso estima que el capitán retirado "se siente inferior y ataca" pero debido a "su debilidad intelectual".

De acuerdo con Helio Schwartsman, columnista de Folha, Bolsonaro se ha convertido "en un bufón de la corte" aunque con una diferencia importante: "los tontos de la corte solían decir verdades". Las señales de que el presidente de la República, añadió, "ya no es tomado en serio son numerosas e inconfundibles". Los alcaldes y gobernadores, algunos de los cuales son elegidos en la misma ola conservadora que impulsó a Bolsonaro, "hacen exactamente lo contrario de lo que él recomienda".

Por el momento, el capitán retirado se refugia en los sectores evangelistas, que cuentan con poder económico, influencia mediática y parlamentarios. Bolsonaro quiere compartir con ellos el rezo por un Brasil sano y también un horizonte político común.