La policía brasileña no se cansaba ayer de tomar fotografías y huellas dactilares a centenares de turistas estadounidenses que entraban en el país. El Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva decidió pagar con la misma moneda al de Washington que, en el marco de la política antiterrorista que lleva a cabo, incluirá también a los brasileños, a partir del lunes, entre quienes deben someterse a rigurosos controles de ese tipo para entrar en Estados Unidos.

El efecto se hizo notar de inmediato: el aeropuerto internacional de Guarulhos, en Sao Paulo, tuvo que ser reforzado por policías especializados para agilizar los trámites y evitar las largas colas de pasajeros. En las próximas horas, el control se extenderá a Río de Janeiro y a los principales aeropuertos del país.

La rigurosa medida se puso en marcha después de que el juez federal Sebastiao da Silva fallase ayer a favor de una reclamación planteada por el Ministerio Público Federal.

"Esto no tiene una connotación vengativa. Apenas es una cuestión de defensa de los derechos civiles", dijo el magistrado. Brasil eximirá a los norteamericanos de este proceso si EEUU hace lo propio con los brasileños, según el Gobierno de Lula.