El presidente de Estados Unidos, George Bush, tuvo que ceder este fin de semana a las presiones combinadas de la oposición demócrata, de su partido --el republicano-- y de David Kay, exjefe de inspectores de armas en Irak, y aceptar la apertura de una investigación independiente sobre los datos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), "casi en su totalidad equivocados", según Kay. Bush, apoyándose en esos datos, acusó al régimen iraquí de esconder armas de destrucción masiva para así justificar la guerra.

La investigación se anunciará en los próximos días, adelantó ayer The Washington Post . Bush se limitó a decir el viernes que él también quiere "conocer los hechos", mientras aún se resistía a la investigación independiente que piden todos los aspirantes demócratas a la Casa Blanca y figuras del Partido Republicano, como el senador John McCain.

La investigación es un arma de doble filo para el presidente en un año de elecciones porque la Casa Blanca no podrá controlar su trabajo ni prever las conclusiones. Pero bloquearla es igualmente peligroso para Bush, ya que alimenta las acusaciones demócratas de que exageró las informaciones del espionaje para justificar la guerra contra Irak, asegurando que Sadam Husein disponía de las célebres armas de destrucción masiva, que siguen todavía sin aparecer.