La seguridad nacional ha entrado de lleno en la campaña electoral de EEUU. Ayer, un día después de que el Gobierno pusiera a parte del país en alerta alta (naranja) y cuando la primera encuesta tras la convención demócrata mostraba un empate virtual entre el presidente y su oponente por la Casa Blanca, John Kerry, George Bush ofreció una rueda de prensa centrada en la guerra contra el terror, el asunto que sigue dándole ventaja ante Kerry. Este --que según los sondeos no ha obtenido el impulso que podría esperarse de su confirmación como candidato-- tar- dó sólo unos minutos en atacar la política de seguridad de Bush.

Rodeado por los secretarios de Estado, Defensa, Justicia y Seguridad Nacional y los directores de la CIA y el FBI, el presidente anunció en el Jardín de Rosas de la Casa Blanca su apoyo, con algunos cambios, a dos de las recomendaciones clave de la comisión independiente del Congreso que investigó el 11-S: la creación del puesto de un zar del espionaje --que nombrará él pero que no formará parte de su Gobierno-- y la de un centro antiterrorista nacional. Asimismo, anunció la posible creación de un centro para estudiar y controlar la proliferación de armas de destrucción masiva.

FALTA DE URGENCIA Bush no considera necesario que el Congreso interrumpa su descanso veraniego para empezar a realizar las reformas, y ése fue argumento suficiente para que Kerry, en una rueda de prensa improvisada, denunciara que "el presidente no tiene sensación de urgencia". Antes, en un discurso en Michigan, el candidato demócrata había insistido en sus críticas a la Administración. "Casi tres años después del 11-S aún no tenemos un director nacional de inteligencia --dijo--. Necesitamos dar pasos muy concretos delineados en el informe de la comisión. Ha llegado el momento de tener líderes que actúen convencidos de que es urgente hacerlo. Necesitamos liderazgo, no seguidismo".

Bush, pese a las críticas del demócrata, ha hecho de la guerra contra el terror uno de los ejes de su campaña y las encuestas, de momento, muestran que los electores aún tienen más confianza en él para dirigir la defensa del país. Ayer, en su rueda de prensa, el presidente jugó con esa baza. "Nuestro deber más solemne es proteger a nuestro país. Estamos más seguros, pero aún no estamos a salvo. Somos una nación en peligro", dijo. A continuación pasó a enumerar lo que considera avances realizados durante su mandato, y pidió al Congreso la ampliación de la polémica Patriot Act (la ley patriótica), aprobada poco después del 11-S y que ha aumentado la capacidad del Gobierno de vigilar a los ciudadanos.

Bush defendió también la decisión de subir la alerta en los centros financieros de Nueva York, Washington y Nueva Jersey, una decisión que resulta sospechosa para algunos, como el demócrata Howard Dean. El domingo, en la CNN, éste mostró su preocupación de que "cada vez que pasa algo que no es bueno para el presidente Bush, juega su baza, que es el terrorismo". Dean aseguró que "es imposible saber cuánto hay de amenaza real y cuánto de política".

LA GUERRA Kerry se distanció de esa denuncia del que fuera rival en las primarias. Ni él ni sus ayudantes niegan que la seguridad y la guerra contra el terror se han convertido en herramienta electoral que ambos candidatos emplean ante una sociedad que se ha polarizado, especialmente ante la guerra de Irak. Bush usó la rueda de prensa de ayer para insistir también en la defensa de sus controvertidas decisiones bélicas. "Sabiendo lo que sé hoy, habría tomado la misma decisión. Sadam Husein tenía la capacidad de crear armas de destrucción masiva, tenía lazos con los terroristas... ", dijo, obviando todas las investigaciones que han desmentido ambos extremos.