Crecida tras su sólida victoria en las elecciones del 2-N, la Casa Blanca de George Bush ha arremetido contra el secretario general de la ONU, Kofi Annan, porque no se pliega a seguir sus dictados enviando personal de la organización a Irak, para hacer frente a la caótica posguerra que vive el país. "Hemos ganado la reelección y, aunque le hemos pedido que defina el papel de la ONU en Irak, se muestra desafiante", comentó una fuente de la Casa Blanca a The New York Times.

Los pecados recientes de Annan que más han irritado a la Administración republicana incluyen haber declarado "ilegal" la guerra de Irak el pasado septiembre, en comentarios a la BBC británica. Además, el jefe de la ONU ha prohibido a los abogados de la organización que cooperen con el establecimiento de los tribunales iraquís que juzgarán al derrotado Sadam Husein y a otros altos cargos de su régimen.

Para remate, hace 15 días Annan advirtió por carta a EEUU, Gran Bretaña y al Gobierno iraquí de que atacar Faluya podía poner en peligro las elecciones iraquís de enero y exacerbar el rechazo de la población iraquí contra las fuerzas extranjeras.

El propio Annan, cuyo mandato acaba en el 2006, se defendió asegurando al Times que no trata de obstaculizar la política de la Casa Blanca en Irak, ni sufre presiones para hacerlo de los países que se opusieron a la guerra. "De hecho, siempre les digo a los gobiernos, incluidos los que no apoyaron la guerra, que Irak nos interesa a todos porque no podemos tener un país caótico en medio de esa región", afirmó.

El jefe de la ONU matizó que sus abogados no pueden cooperar con los tribunales iraquís porque no tienen una orden del Consejo de Seguridad para hacerlo, dada la oposición formal de las Naciones Unidas a aplicar la pena de muerte, como se hará en Irak.

Tampoco puede ampliar su personal en ese país porque el sindicato de trabajadores de la ONU se opone a enviar funcionarios hasta que haya condiciones de seguridad, en vista de los 22 miembros de la organización asesinados en agosto del 2003 en un ataque a su sede en Bagdad.

Su voz cae, sin embargo, en el vacío dada la arrogancia con que Washington mira a la ONU. De hecho, la Casa Blanca ha renovado sus advertencias de que la organización será irrelevante si no coopera con sus designios.