El presidente de EEUU, George Bush, se lanzó ayer en el estado de Ohio a capitalizar los réditos electorales del discurso belicista sobre el estado de la Unión, que pronunció el martes por la noche ante el Congreso y que marcó el inicio de su campaña de reelección. Bush defendió la intervención en Irak y su doctrina de guerra preventiva. Gracias a su liderazgo "el mundo está cambiando para mejor", afirmó, y pidió el respaldo de los estadounidenses "para no dejar el trabajo sin terminar".

Ante una enorme audiencia televisiva, Bush no dudó en emplear como arma electoral la guerra contra el terrorismo, dado que su gestión en este campo cosecha una aprobación mayoritaria en los sondeos. Por eso, mencionó el terrorismo más de 20 veces, y recordó los 28 meses transcurridos desde el 11-S. "Es tentador creer que hemos dejado atrás el peligro, una esperanza comprensible, consoladora y falsa", subrayó, al insistir en que su política ha reforzado la seguridad de la nación y, por tanto, debe mantenerse. Es más, añadió que el jarabe de palo empleado en Afganistán e Irak ha forzado a países como Libia a redimirse.

CAMBIO DE ARGUMENTO Bush respondió a las acerbas críticas de los aspirantes demócratas a la Casa Blanca contra la guerra de Irak con el argumento de que fue necesaria para librar al mundo del tirano Sadam Husein. Un argumento distinto al empleado hace un año, cuando insistió en que el conflicto era imprescindible para acabar con las armas de destrucción masiva que escondía el dictador iraquí, que siguen sin aparecer.

Insistió en que si no hubiera "actuado, los programas de armas de destrucción masiva del dictador seguirían hasta hoy", algo que irritó ostensiblemente a demócratas tan veteranos como el senador por Massachusetts, Eduard Kennedy, quien negó con la cabeza las afirmaciones de Bush.

El presidente evitó rozar los temas amargos para el país, como los más de 500 soldados estadounidenses caídos ya en Irak, pero dejó claro que no se apeará del unilateralismo que exhibió al lanzar esa guerra sin el respaldo de la ONU. "EEUU nunca pedirá permiso para defender su seguridad", recalcó antes de plantear ante los estadounidenses "la elección" que tendrán ante sí el próximo 2 de noviembre, día de las elecciones presidenciales.

"PELIGROSA ILUSION" "Podemos avanzar con decisión y confianza o podemos retroceder a la peligrosa ilusión de que los terroristas no intrigan y los regímenes parias no nos amenazan", dijo. En otras palabras, la elección entre renovarle el mandato para mantener la seguridad u optar por la oposición demócrata que, según él, relajaría la vigilancia.

Bush planteó el mismo dilema sobre temas nacionales --su flanco más vulnerable según los sondeos--, a los que dedicó la mayor parte de su discurso. "Podemos seguir adelante con el crecimiento económico, las reformas en educación y el Medicare (seguro médico para ancianos), o podemos retroceder a las viejas políticas y las viejas divisiones", dijo como réplica a los demócratas.

En sus 54 minutos de alocución, Bush cortejó a sus incondicionales ultraconservadores con un llamamiento a la renovación y la ampliación de la ley patriótica aprobada tras el 11-S y discutida, incluso, por sectores conservadores debido a los amplios poderes que otorga al Gobierno para investigar a los ciudadanos. Bush también les hizo un guiño con su apoyo a una enmienda constitucional para prohibir los matrimonios entre homosexuales.

FLOJO EN ECONOMIA Tuvo escasas propuestas en economía, salvo repetir sus recortes de impuestos para fomentar el crecimiento y dedicar apenas 500 millones de dólares (396 millones de euros) --EEUU gasta 3.900 millones al mes en Irak-- para programas de capacitación profesional que fomenten el empleo. La ocupación es el talón de Aquiles para su reelección: se han perdido 2,3 millones de empleos desde que llegó al poder. Ayer, defendió su política de empleo en Ohio, un estado muy afectado por el paro.