Tras el debate, los ataques. Horas después de celebrar su primer cara a cara, tanto el presidente de EEUU, George Bush, como el aspirante demócrata en las elecciones del 2 de noviembre, John Kerry, retornaron a sus actos de campaña. El agresivo tono en ambos campos demostró que se vive y se avecina una de las más intensas rectas finales hacia la Casa Blanca de los últimos años.

Kerry se muestra más seguro y ofensivo, aunque apenas ha recortado la ventaja de Bush en intención de voto pese a ser considerado el triunfador del debate. Bush, forzado a colocarse a la defensiva en el debate, ha recuperado en los mítines la seguridad, que le flaquea sin guión y sin jaleadores. Y ha prometido un recorte de impuestos que afectará a 94 millones de estadounidenses.

El candidato demócrata se quedó el viernes y el sábado en Florida, un estado clave para la victoria presidencial. En su primera intervención, el demócrata demostró que su triunfo en el debate le ha revigorizado. Con cierto sarcasmo e, incluso, imitando irónicamente las dubitaciones del presidente en el debate y su repetición de acusaciones, Kerry rebatió algunas de éstas. "Nadie habla de abandonar Irak o de no ser firme, hablamos de ganar y acabar bien el trabajo", dijo el senador.

CASI FURIOSO Bush, que el viernes hizo campaña en los estados bisagra de Pensilvania y New Hampshire, estuvo casi furioso. Los primeros minutos de su primera intervención posdebate los dedicó a criticar duramente a Kerry como un candidato en el que no se puede confiar para proteger a la nación de ataques terroristas. Bush leyó en más de una ocasión sus frases directamente de sus notas, un cambio respecto a sus habituales improvisaciones en los mítines. Según los analistas, tras las críticas (incluso desde su propio campo) de que no logró transmitir sus mensajes durante el debate, el presidente quería dejarlos claros.

Ayer Bush viajó, por 27 vez, a Ohio, otro de los estados bisagra clave. En este estado azotado por el desempleo, Bush mantuvo el tono de ataque conforme iniciaba el giro hacia el tema que va a centrar ahora la campaña: la política interna.

En esta línea, el presidente aprovechó la intervención radiofónica semanal para anunciar un recorte de impuestos para 94 millones de estadounidenses. Son casi 150.000 millones de dólares los que pasarán de las arcas públicas a los ciudadanos.