Para evitar que algún descalabro militar en la caótica posguerra iraquí mine todavía más las perspectivas de reelección del presidente George Bush, el Pentágono se propone posponer las operaciones militares de envergadura contra bastiones de los insurgentes iraquís, como Faluya o Ramadi, hasta después de los comicios estadounidenses del 2 de noviembre, según reveló ayer el diario Los Angeles Times .

"Una vez pasadas las elecciones, cambian las ramificaciones políticas" de una ofensiva a gran escala, declaró una fuente oficial al rotativo. La misma fuente adelantó, además, que el Pentágono piensa "moverse de forma más agresiva" en Irak después de los comicios. Según el diario, la suspensión de operaciones a gran escala en Irak está ya en marcha, sin que haya mediado una orden directa del Pentágono.

La guerra de Irak domina la reñida campaña electoral estadounidense y se ha cobrado ya 1.066 vidas de soldados de EEUU, además de 200.000 millones de dólares (162.000 millones de euros, 26 billones de pesetas) a cargo del contribuyente. Tras la certificación de que no existían las armas de destrucción masiva en Irak con las que Bush justificó el ataque, el presidente no puede arriesgarse a que un ataque contra el centro de la resistencia a la ocupación acabe en un baño de sangre que haga la invasión aún más impopular, cuando faltan apenas tres semanas para unas elecciones en que se juega el cargo.