Para ser un guerrero victorioso, Bush está mostrando una cobardía notable a la hora de abordar la cuestión de la guerra de Irak en la campaña presidencial de EEUU. En cambio, hace gala de un arrojo temerario cuando trata de sacar partido de la solidaridad antiterrorista con fines electoralistas, conducta que a los españoles no nos es desconocida. Al inaugurar primeras piedras de monumentos a los caídos en la atrocidad del 11-S, le mueve el afán de beneficiarse políticamente de la mayor tragedia terrorista que haya vivido su país. Y eso es una canallada.*Periodista