Después de tres días en que otros se han dedicado a ensalzar desde el Madison Square Garden su imagen como líder decidido en la guerra contra el terrorismo tras el 11-S, el presidente de Estados Unidos, George Bush, cerró ayer la convención republicana forzado a girar su mirada hacia la agenda interior. Bush, el presidente del 11-S y de la guerra de Irak, es también el presidente del desempleo, el déficit, los ciudadanos sin seguro y los recortes de impuestos a los ricos. Con las encuestas en los estados bisagra dejándole saber que esos temas preocupan más que la seguridad nacional y la política exterior, el flamante candidato estaba obligado a repartir su tiempo entre el escenario y la televisión.

En su intervención, preparada para durar cerca de 50 minutos, la mitad del tiempo estuvo destinada a reiterar las líneas de su política de seguridad nacional, donde entra desde la acérrima defensa de su "guerra contra el terror" hasta la creación del Departamento de Seguridad Interior, que dibuja como uno de los logros de su primer mandato. En la línea de los discursos de la última semana, en los que habló frecuentemente del poder "transformador" de la libertad, Bush quiso caracterizar la guerra de Irak como un paso esencial para extender la democracia en Oriente Próximo.

Pero el presidente, que hoy mismo puede enfrentarse a datos de su propio Gobierno sobre el preocupante estado de la economía, está atado por esa otra realidad. Las últimas estadísticas demuestran que la recuperación se ralentiza e incluso se detiene. Además, en estados bisagra como Michigan, Ohio y Pensilvania, el paro golpea fuerte. Según las encuestas, la mayoría de los ciudadanos creen que él es el responsable. Y, según las encuestas, esa situación económica preocupa tanto o más que la seguridad. Así, tras tres días en que el trabajo o la Sanidad pública han estado prácticamente ausentes de una convención donde los oradores se han llenado la boca con palabras como guerra, terrorismo y libertad e insultos al candidato demócrata, John Kerry, ayer llegó el momento de hablar de la "sociedad de la propiedad". Esa es la denominación de un plan de Bush que quiere usar incentivos fiscales para animar la compra de vivienda, políticas de seguros médicos privados e inversiones personales.

IDEAS CONOCIDAS Limitado por un déficit que le impide emprender muchas nuevas medidas, Bush tuvo que recurrir a la presentación de ideas ya conocidas: recortes de impuestos, continuar la reforma de la educación y de la Seguridad Social, que quiere privatizar parcialmente.

Con el discurso de Bush, se cerró una convención marcada fuera del Madison por las manifestaciones de protesta y dentro, por los ataques al rival presidencial más duros de los últimos años. Cada día, de media, los oradores han citado a Kerry 39 veces (frente a las cinco ocasiones diarias en que los demócratas se referían en su convención a Bush).

El vicepresidente, Dick Cheney, que aceptó el miércoles su nominación, intentó reforzar la imagen de veleta con la que los republicanos quieren identificar a Kerry. "No parece entender como funciona el mundo", dijo.

OMISIONES En los tres primeros días de convención se han lanzado desde el escenario unas 60.000 palabras, pero los republicanos han silenciado los grandes temas: Osama bin Laden, las víctimas de Irak y los escándalos de la empresa Halliburton, la máxima beneficiaria de la reconstrucción iraquí, que ha saltado a los titulares de nuevo, ahora por sobornos en Nigeria. En la convención, ni una palabra.