Estaban diseñados para ralentizar la propagación del coronavirus en Estados Unidos pero los reforzados controles de entrada implementados para estudiar el estado médico de los ciudadanos y residentes que regresan de Europa de momento lo que han hecho es extender el caos. También, multiplicar los riesgos de contagio.

Largas colas, esperas de horas y aglomeraciones que hacían cumplir la recomendación de mantener distancias mínimas de seguridad misión imposible se repetían el sábado en varios de los 13 aeropuertos a los que se han redirigido todos los vuelos de 26 países de la zona Schengen afectados por las restricciones de la Administración de Donald Trump, a las que a partir de la medianoche del lunes se sumarán también los de Reino Unido e Irlanda.

Uno de los más afectados era el de OHare, en Chicago, y a las imágenes compartidas en redes sociales que constataban las aglomeraciones se sumaba el mensaje indignado lanzado en Twitter por el gobernador, JB Pritzker.

Las masas y las colas son inaceptables y se necesita lidiar con eso inmediatamente, escribió el político demócrata antes de lanzar un mensaje directo a través del único medio de comunicación al que prestan atención al presidente Trump y al vicepresidente Mike Pence, a los que recordó que los controles de fronteras recaen bajo jurisdicción federal. Necesitan hacer algo AHORA", escribió. "El gobierno federal necesita poner su mierda en orden. AHORA.

Trump pide "perdón"

El propio presidente ha acudido este domingo a Twitter para pedir perdón por las interrupciones y retrasos, justificando que los controles médicos en los aeropuertos, donde el gobierno federal se encarga de los controles migratorios y donde los agentes de fronteras estudian el historial médico de los pasajeros, miran si tienen síntomas y les indican a ponerse en cuarentena, son muy precisos.

Trump ha asegurado que van todo lo rápido que se puede y ha cerrado su mensaje diciendo que la seguridad es lo primero, pero es precisamente la falta de esa seguridad contra el contagio la que le ha puesto en la diana de las críticas de frustrados ciudadanos y autoridades locales.

Ann Lewis Schmidt, una pasajera que llegaba desde Islandia, detallaba en CNN problemas como que, aunque los controles son distintos para quienes llegan de Europa que quienes lo hacen de países no afectados, todos esperaban durante horas juntos. Si alguien tenía fiebre no se le debería haber permitido nunca estar horas en esas colas, criticó. Estábamos muy juntos, así que si no teníamos el virus antes, ahora tenemos más opciones de tenerlo!

Pasajeros en otros aeropuertos han contado que tenían que compartir bolígrafos para rellenar formularios. Suena muy bien en medio de una pandemia, le decía irónicamente a CNN Katelyn Deibler, una pasajera que llegó en Nueva York a JFK. Y en 'The Washington Pos't Liz Hoyer, una profesora de Tejas, compartía el mensaje que le habían enviado sus padres ancianos, atrapados horas en OHare. Se sentían más seguros en Alemania que en la masa.

Mejoría prometida el domingo

Pritzker, el gobernador de Illinois, recibió "una llamada de un empleado de la Casa Blanca que gritó por el tuit". Pero este domingo, poco después de contarlo en televisión, ha recibido otra llamada, esta del vicepresidente Pence y el secretario de Seguridad Nacional, para informarle de que incrementarán personal en O'Hare.

"Buenas noticias", ha escrito. "No tengo interés en jugar a politiqueos conforme enfrentamos esta crisis".