Esta vez, y a diferencia de lo que sucedió con Valerie Plame, no ha habido detrás más que un error no intencionado, pero el Gobierno de Estados Unidos ha vuelto a desvelar la identidad de un agente de la Agencia Central de Espionaje (CIA). En concreto, se trata del máximo responsable de la agencia en Afganistán y ahora no queda claro si podrá seguir en su puesto.

El percance ocurrió durante la visita sorpresa este fin de semana de Barack Obama a las tropas en Afganistán. El sábado la Casa Blanca facilitó a los periodistas desplazados una lista con los nombres de altos cargos que participarían en una sesión informativa militar con el presidente en la base de Bagram. El listado incluía, entre 15 nombres, el de alguien identificado como el “jefe de estación” en Kabul, como se denomina a los máximos responsables de espionaje en un país extranjero. Y la información se propagó aún más cuando el redactor de 'The Washington Post' encargado de realizar el 'pool' (un breve sumario informativo que luego la Casa Blanca reparte entre 6.000 periodistas estadounidenses y de todo el mundo) incluyó el listado en esa información que se diseminó.

Fue el propio periodista el que se percató de la inusual inclusión del nombre del “jefe de estación” después de realizar su información y de que se hubiera enviado a los suscriptores de la lista y preguntó a los responsables de prensa de la Casa Blanca también desplazados a Afganistán si había sido una decisión consciente identificarlo. Aunque inicialmente no pusieron reparos, la jefatura de prensa de la Casa Blanca se dio cuenta del error y lo enmendó, reenviando el mensaje del 'pool' ya sin incluir al espía. Pero el inadvertido error se propagaba ya por las redes sociales, aunque, que se sepa por ahora, sin dar el nombre.

Tres jefes de estación

En años recientes se han desvelado las identidades de tres jefes de estación de la CIA en Pakistán y en al menos uno de los casos uno de los espías tuvo que ser sacado con urgencia del país tras recibir amenazas de muerte. En esos casos, no obstante, no fue el Gobierno quien levantó el secreto.

La última instancia en que Washington desveló la identidad de uno de sus espías fue radicalmente diferente a lo que ha ocurrido ahora. Fue durante la Administración de George Bush y la perjudicada fue Valerie Plame, una agente que fue expuesta públicamente por miembros de esa Administración en un intento para desacreditar a su esposo, un exembajador extremadamente crítico con la guerra de Irak y que dejó en evidencia algunas de las mentiras que se usaron para iniciarla.