Más de 468.000 chechenos --casi el 80% de los electores-- votaron ayer para elegir al sucesor del presidente prorruso Ahmad Kadyrov, asesinado en mayo pasado. La jornada electoral se desarrolló en medio de una calma que varias organizaciones de derechos humanos tacharon de "artificial" y empañada por algunas irregularidades, las denuncias de fraude de los rebeldes en el exilio y la casi absoluta certeza de que el desenlace no deparará sorpresas y vencerá el también prorruso Alú Aljanov, ministro de Interior.

El temor a que los rebeldes intentaran boicotear las elecciones se confirmó por un episodio aislado, cuando un hombre murió al hacer volar los explosivos que llevaba adosados al cuerpo cerca de un colegio electoral de Grozni.

Los observadores internacionales responsables de velar por la transparencia de las elecciones declararon que no habían observado ninguna anomalía. Sin embargo, durante la jornada hubo denuncias de gente que votaba hasta cuatro veces en distintas mesas, o de colegios donde el recuento de los interventores daba un resultado que el Ministerio de Interior modificaba, según informa la agencia France Presse. También llama la atención que la participación fuera especialmente elevada en las zonas montañosas, donde no llegan los observadores independientes.