China ha pedido más diálogo y menos informes para solucionar el problema rohinyá después de que la ONU acusara al Ejército birmano de genocidio. «Creo que las críticas unilaterales y la presión no ayudarán», opinó ayer Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Exteriores. También subrayó el «extremadamente complejo» cuadro étnico en la provincia de Rakáin, escenario del grueso de la masacre.

La argumentación es la misma que ha expresado en varias ocasiones Aung San Suu Kyi, la lider birmana de facto. La nobel de la Paz ha acusado a Occidente de emitir juicios simplistas y de ignorar la magnitud de los problemas en una región con diferentes etnias y religiones que acumulan décadas de hostilidad.

No extraña la voz discordante china en el coro condenatorio global. No busca la defensa de un gobierno genocida sino la simple aplicación de ese principio diplomático sagrado de no injerencia en asuntos externos que también exige para sí del resto. Ya sea en Birmania, Corea del Norte o cualquier país democrático, China sostiene que cada uno tiene que lavar su ropa sin presiones externas que agraven los problemas. «La comunidad internacional debería seguir jugando un rol constructivo y promover que Myanmar y Bangladés resuelvan el problema de Rakáin por la vía del diálogo y las consultas», añadió la portavoz. La antigua Birmania permaneció durante décadas bajo la influencia china cuando estuvo gobernada por el puño de hierro de la Junta Militar. La llegada de la democracia encabezada por Suu Kyi, con múltiples lazos con Occidente, hizo temer a Pekín que el país del sudeste asiático le diera la espalda. Pero las cordiales relaciones han continuado con la Dama, quien acude a China para las infraestructuras que necesita para modernizar el país.

Mejor hablar de poesía

Suu Kyi ni siquiera mencionó el informe de la ONU que ayer ocupó las portadas globales y la acusaba de no haber usado su fuerza moral para detener o atenuar las masacres de rohinyás. Dedicó su primera aparición pública tras el informe a debatir sobre poesía y literatura en la Universidad de Rangún.

Tampoco llegaron reacciones de la prensa nacional ni del Ejército. La respuesta más contundente llegó de Facebook, acusado repetidamente de servir de vehículo de los mensajes de odio racial. La compañía canceló 18 cuentas y 52 páginas pocos minutos después de la publicación del impactante informe. Una de ellas pertenecía al comandante en jefe, Min Aung Hlaing, señalado como uno de los principales responsables del genocidio.