El martes, Rodrigo Salazar, director de Etellekt Consultores, una firma que elabora informes de violencia política en México, actualizó el número de políticos asesinados en esta campaña electoral para las presidenciales que acabó ayer: el de Emigdio López Avendaño, aspirante del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a diputado local en el Estado de Oaxaca, ocurrido el día anterior, elevaba la cifra a 132 políticos, de los que 28 eran precandidatos y 20 candidatos registrados. En ese momento, Salazar desconocía el asesinato de otro candidato, el de Raymundo Carmona, candidato a la alcaldía de Pochutla por el Partido de la Revolución Democrática.

En la campaña presidencial anterior, la del 2012, Etellekt contabilizó 9 asesinatos de políticos. Etellekt había registrado hasta el 25 de junio 543 agresiones contra candidatos, lo que incluyen 179 amenazas y actos de intimidación, 63 agresiones físicas, 51 atentados contra familiares, 47 agresiones con arma de fuego, 35 asaltos con violencia, 19 heridos con arma de fuego y 19 secuestros. Según Salazar, una de las razones de tanta violencia radica en los fuertes cambios políticos que está registrando el país, con el desplazamiento de los grupos de poder tradicionales.

El ascenso de Morena, el partido del candidato presidencial que encabeza las encuestas, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, provoca nerviosismo en las partidos del sistema, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), hegemónico desde 1929 hasta 2000 y que regresó al poder en 2012, el Partido Acción Nacional (PAN, que gobernó de 2000 a 2012) y otras formaciones menores que han formado un multipartidismo bien acomodado en la cultura política priísta.

En su disputa por el segundo lugar, los candidatos del PAN (Ricardo Anaya) y el PRI (José Antonio Meade), se han acusado mutuamente de corrupción. Meade acusó a la candidata al Senado por Morena Nestora Salgado de ser una secuestradora.