Si la cifra de muertos por el maremoto en el sureste asiático (supera ya los 125.000) es horrible, no lo es menos el número de personas afectadas por la catástrofe y que la Organización Mundial de la Salud calcula en cinco millones de personas. Muchas de ellas llevan desde el domingo sin agua, comida ni medicamentos. La distribución de la ayuda, sin embargo, no es fácil por la descoordinación y la falta de infraestructuras. "Estamos haciendo muy poco de momento", reconoció el jueves el coordinador de Ayuda de Emergencia de la ONU, Jan Egeland, quien alertó de la necesidad de ayuda urgente para que la cifra de muertos no crezca. "El peligro es que los donantes se demoren dos semanas como han hecho en otros desastres", denunció Egeland. Los ministros europeos de Cooperación y Desarrollo acordaron reunirse el 7 de enero para coordinar las ayudas y el secretario de Estado americano, Colin Powell, anunció, sin fecha, una conferencia de donantes. Fuentes de la Casa Blanca también adelantaron el jueves que Powell visitará el próximo martes la zona afectada por el tsunami para evaluar las necesidades más urgentes tras el desastre. Jeb Bush, hermano del presidente George Bush y gobernador de Florida --zona constantemente azotada por los huracanes--, acompañará al secretario de Estado.

Aviones cargados con toneladas de material médico y agua potable están llegando ya a los países, pero en algunos casos no se pueden trasladar a las zonas más devastadas porque el maremoto ha destruido las comunicaciones o no hay medios para un transporte en condiciones. Naciones Unidas reconoció que sólo una mínima parte de la ayuda se ha repartido y las ONG lo achacan a la descoordinación entre gobiernos, ejércitos y voluntarios internacionales. Algunos países están enviando a la zona barcos hospitales y helicópteros para paliar la falta de infraestructuras.

AYUDAS MILLONARIAS El secretario general de la ONU, Kofi Annan, anunció que más de 60 países han enviado ya o prometido ayudas en la zona por valor de 500 millones de dólares. Particulares y empresas están donando millones de euros más para los damnificados.

El montante de las ayudas, sin embargo, ha creado una polémica mundial. El pasado lunes, Jan Egeland, calificó de "tacaños" a los países ricos. Estados Unidos se dio por aludido y Bush aseguró que su país era el que más donaba a los países pobres.

Las críticas a los principales líderes políticos también han llegado por su falta de sensibilidad. El maremoto les cogió a la mayoría de vacaciones navideñas. Bush tardó tres días en aparecer en público y los presidentes británico y francés, Tony Blair y Jacques Chirac, no han interrumpido sus vacaciones.