La primera república negra del mundo, Haití, acaba de celebrar el bicentenario de su independencia debatiéndose entre la violencia, la pobreza y la corrupción. Las protestas populares en contra del Gobierno de Jean-Bertrand Aristide han puesto al país caribeño al borde de la insurrección ante la indiferencia de la comunidad internacional.

Los muertos se cuentan por decenas y las manifestaciones cada vez más violentas de los estudiantes y las clases populares para exigir un "verdadero régimen democrático", parecen impotentes frente a un sistema dominado por el bandidaje político y el despotismo de un presidente que pasó de ser "el cura de los pobres" a convertirse en un "dictador".

El presidente de Haití cumplió el sábado el tercer año de su reelección en medio de una crisis que ahoga a este país de ocho millones de habitantes. Para la ocasión, el Gobierno tuvo que hacer frente al levantamiento de la ciudad de Gonaives, la cuarta más importante del país y símbolo de la independencia.

El Ejército de los Caníbales, que hasta hace poco apoyaba el régimen, se apoderó de la ciudad y en los enfrentamientos murieron 14 personas. Desde hace meses, decenas de dirigentes del Frente Nacional para el Cambio y la Democracia (FNCD), que llevó al poder a Aristide en 1990, han ingresado en la Plataforma Política, que agrupa a organizaciones cívicas contrarias a Aristide.

El derrocamiento de 1991

Nadie ha olvidado, sin embargo, que el mandatario ya fue derrocado el 30 de septiembre de 1991 por militares golpistas y enviado al exilio, del que volvió en 1994 con la ayuda de EEUU para recuperar la presidencia.

"Nos engañó a todos", dicen ahora los mismos que apostaron por él. La oposición se ha visto desbordada por el movimiento popular, que ha colocado al país en una situación parecida a la que hace 18 años hizo huir al dictador Jean-Claude Duvalier hijo. Duvalier dejó el poder el 7 de febrero de 1986 y el pueblo puso sus esperanzas en un humilde sacerdote que olvidó sus buenas intenciones: "Sacar al pueblo de la miseria e instaurar una democracia".

El clamor para que Aristide deje el poder comenzó hace más de dos meses con marchas casi diarias, reprimidas con violencia y un saldo que supera ya el medio centenar de muertos y numerosos heridos.

Todo comenzó el pasado 22 de septiembre con el asesinato de Amiot Metayer, antiguo colaborador de Aristide, lo que provocó el levantamiento de su Ejército Caníbal. Siguieron los ataques a los periodistas. Este acoso ya había empezado un año antes, con el asesinato del director de la radio Nacional de Haití, Jean Dominique.

Las hordas armadas de Aristide se atrevieron a profanar la universidad, lo que movilizó a los estudiantes e intelectuales unidos para forzar la dimisión de Aristide.