Ante una audiencia nacional que escuchó sus palabras por televisión, el expresidente Bill Clinton arremetió en la madrugada de ayer contra el presidente George Bush, al que acusó de haber "empujado al país demasiado hacia la derecha" y de haber "abandonado a nuestros aliados". Sus críticas al líder republicano se sumaron a las del expresidente Jimmy Carter y las del exvicepresidente Al Gore, que también intervinieron en la primera jornada de la convención del Partido Demócrata.

Clinton, figura estelar de la plana mayor demócrata reunida en Boston, cosechó aplausos entusiastas entre los 4.353 delegados presentes en el Fleet Center, sede de la convención. Aunque la consigna de los asesores de John Kerry es no atacar a Bush y centrarse en ofrecer un mensaje positivo sobre el futuro de la nación, ni Carter ni Gore ni Clinton ahorraron golpes a la gestión del actual inquilino de la Casa Blanca.

´NO´ AL AISLACIONISMO Bush "atacó Irak antes de que los inspectores de armas (de la ONU) hubieran acabado su trabajo", denunció Clinton al recitar la larga lista de tratados e instituciones internacionales a los que el unilateralismo del presidente republicano ha dado la espalda, aislando a EEUU del resto del mundo. Bush "ha retirado el apoyo estadounidense al tratado sobre cambio climático, al Tribunal Penal Internacional, al tratado anti-misiles balísticos y al tratado que prohíbe las pruebas nucleares", arremetió Clinton, para establecer un claro contraste con la cooperación internacional, uno de los pilares del programa de Kerry.

"Nuestro candidato favorece compartir responsabilidades y oportunidades y una mayor cooperación global" frente a la oferta de Bush de emprender "más acciones unilaterales", recalcó Clinton. "La fuerza y la sabiduría no son valores opuestos", matizó luego con una sonrisa, atacando así los planteamientos republicanos que intentan convencer a la nación de que un líder experto y veterano en el servicio público, como Kerry, será débil en cuestiones de defensa.

Los republicanos "necesitan un país dividido, nosotros no", clamó Clinton. Ese lema enardeció a los delegados, porque atacaba otro planteamiento del partido de Gobierno: la existencia de "dos Estados Unidos". Uno, amante de la ley, el orden, la familia y los valores tradicionales: el que respalda a los republicanos; otro, proclive a despilfarrar el dinero público en gastos sociales, débil a la hora de defender la nación y carente de principios: el que apoya a los demócratas.

"El último gran presidente demócrata", como le describió su esposa, la senadora Hillary Rodham Clinton, al presentarle en el podio de oradores de la convención, tampoco olvidó resaltar las brillantes credenciales militares de Kerry frente al anémico historial de Bush. "Durante la guerra de Vietnam, muchos jóvenes, incluyendo al actual presidente, al vicepresidente y a mí, pudieron haber ido a Vietnam y no fueron --explicó Clinton--. John Kerry era de clase alta y también podía haber evitado ir, pero en lugar de ello dijo: ´Enviadme´"; frase que desató los aplausos del nutrido grupo de veteranos presentes en el Fleet Center.

Y si Clinton fue duro con Bush, Carter lo fue aun más: acusó al presidente republicano de "alienar a sus aliados, apabullar a sus amigos y gratificar inadvertidamente a sus enemigos, proclamando una estrategia confusa y preocupante de guerra preventiva".

A sus 80 años, el expresidente demócrata es la conciencia moral del partido y no tiene pelos en la lengua. "Con nuestros aliados desunidos, el mundo resentido con nosotros y Oriente Próximo en llamas, necesitamos a John Kerry para devolver el impulso a la guerra global contra el terrorismo", subrayó.

DEFICIENTE BALANCE ECONOMICO Tampoco Gore se quedó atrás en sus críticas al hombre que, para un amplio sector demócrata, le robó la presidencia hace cuatro años. "Creedme a mí, cada voto pesa", afirmó. Gore denunció la deficiente gestión económica de Bush y la comparó con los brillantes logros de los ocho años que compartió con Clinton en la Casa Blanca.

Kerry, cuya candidatura a la Casa Blanca oficializarán mañana los delegados demócratas, pidió entretanto que la comisión de investigación del 11-S no se disuelva el 26 de agosto próximo, como está previsto, sino que continúe trabajando al menos otros 18 meses.