Pocas veces unas elecciones son tan previsibles. Los conservadores ganaron ayer por mayoría absoluta los comicios parlamentarios en Irán, después de que los ayatolás más radicales consiguieran cerrar docenas de periódicos reformistas, prohibieran los mítines de los grupos progresistas y, sobre todo, borraran de un plumazo cualquier oposición al anular 2.300 candidaturas de sus rivales, muchos de ellos diputados.

Con estas restricciones, los clérigos más rancios de Irán han lapidado el experimento que Mohamed Jatami, actual presidente, inició en el año 1997, cuando ganó las elecciones y empezó a abrir el país al exterior, haciendo más flexibles las normas religiosas y sociales que atenazaban a la sociedad.

En las elecciones del viernes, sólo votó el 43% de los 46 millones de electores (mayores de 15 años) llamados a las urnas, un 24% menos que en los anteriores comicios, cuando el 67% de los iranís apostaron por Jatami y su aperturismo.

BURLA ELECTORAL Esta vez, la burla electoral del poder religioso y la llamada al boicot del principal partido reformista, el Frente por la Participación, han hecho mella en la sociedad, que se ha negado a participar en el fraude y deja un dato histórico: es la participación más baja en unas elecciones parlamentarias desde la Revolución islámica de 1979. Además, en Teherán (una urbe de 15 millones de habitantes) sólo acudió a las urnas el 29% del electorado.

El Ministerio del Interior, a falta de acabar el recuento en todo el país, informó anoche de que los conservadores habían ganado 133 de los primeros 194 escaños que se habían adjudicado --en total son 290--. En ese punto del recuento, los progresistas sólo lograban 37 escaños, perdiendo de esta manera la mayoría absoluta que consiguieron en el 2000. En algunas circunscripciones de zonas rurales, ningún candidato consiguió el 25%, por lo que será necesaria una segunda vuelta, que se celebrará en los próximos 30 días.

SOSPECHA FUNDADA "Desafortunadamente, no han sido unas elecciones libres", dijo Mustafá Tajzadeh, uno de los líderes del Frente de la Participación, que encabezó el boicot. "Nuestra sospecha de que los conservadores iban a tomar el poder era cierta", subrayó Tajzadeh.

El parlamentario reformista Alí Shakurirad, uno de los candidatos a los que se les ha prohibido presentarse a la reelección, alegó que la baja participación, sobre todo en la capital, supone una "gran derrota" para los ayatolás del ala dura.

Los analistas políticos, como Hosein Rasam, prevén conflictos y un cambio radical de la política impulsada hasta hora por Jatami. "Los reformistas son conscientes de que los conservadores intentarán llegar a acuerdos con la Unión Europea, y tratarán de impedirlos denunciando abiertamente el estado de la democracia en Irán", estimó Rasam. "Esas denuncias molestarán a los ultras, que seguirán cerrando periódicos.

EEUU, EL GRAN SATAN El Consejo de Guardianes de la Constitución, órgano ultraconservador que vigila que la legislación se atenga al dogma musulmán y responsable del veto de candidaturas reformistas, dijo que los iranís que votaron el viernes habían "frustrado los planes de los enemigos de la religión y la nación, incluyendo el Gran Satán, EEUU". Análisis que sin duda compartirá el gran ayatolá y líder supremo del país, Alí Jamenei, quien permitió la violación de los principios democráticos, en nombre del islam.

EEUU y la Unión Europea han expresado su preocupación por la falta de limpieza de estas elecciones.