La bronca de los partidarios de Bernie Sanders en el 2016. La conversación de Clint Eastwood con una silla en el 2012. La presentación en sociedad de Sarah Palin, con su analogía sobre las madres del hockey y el pitbull, en el 2008. O el discurso que convirtió a Barack Obama en el futuro del Partido Demócrata en el 2004. Las convenciones nacionales que demócratas y republicanos celebran meses antes de las presidenciales para coronar a sus candidatos son la fiesta por antonomasia de la democracia estadounidense. Una suerte de carnaval político en el que miles de delegados del partido se juntan para acabar de perfilar el programa, escenificar sus disensiones internas o lanzar a las promesas del partido. Material que grandes plumas como Norman Mailer o Hunther Thompson convirtieron en imapagables frescos la altura de los maestros de la pintura.

Pero este año todo será diferente por obra y gracia del coronavirus. Por primera vez en la historia, la Convención Demócrata, que comienza este lunes y acabará el jueves con la designación formal de Joe Biden como candidato, será completamente virtual. No habrá globos ni aplausos, música atronadora de fondo ni excéntricos disfraces para salpimentar el espectáculo. Más de una treintena de políticos, activistas y líderes del partido hablarán desde sus comedores y dormitorios todas las noches entre las 21.00 y las 23.00 de la costa este en EEUU (entre las 3.00 y las 5.00 de la madrugada en España). Algunos lo harán en directo, otros en vídeos pregrabados, todo un desafío para los productores de la Convención, que se han confabulado para darle ritmo y personalidad al evento.

"En una Convención normal, la reacción del público es una parte esencial de los discursos", ha dicho Andrew Binns, uno de sus organizadores. "Necesitamos encontrar una forma para hacerlo virtualmente con el uso de la tecnología". Habrá señal en directo con 400 puntos repartidos por el país. Conexiones con fiestas en casas, reuniones frente a monumentos nacionales y actuaciones musicales de Billie Eillish o The Chicks, las antiguas Dixie Chicks que se hicieron mundialmente famosas por sus críticas a la invasión de Irak en el 2003. Pero aun así será difícil recrear el ambiente normal de una convención, en el que se esperaba que afloraran las diferencias entre el sector más izquierdista del partido y el ala moderada que representa la candidatura de Biden y Kamala Harris.

Disensiones calmadas

La designación de Harris, el formato virtual y la amenaza existencial que para los demócratas representa la posible reelección de Donald Trump han logrado calmar hasta cierto punto las disensiones internas. En parte, también, porque la izquierda de Bernie Sanders se las ha ingeniado para meter mano en el programa, definido ahora por todos como el más progresista de la historia reciente. "Trump tiene que ser derrotado y Joe Biden elegido. Y el día que sea elegido haremos todo lo posible para crear un Gobierno que funcione para todos y no solo para el 1%", dijo Sanders durante el fin de semana en una muestra de respaldo al líder del partido. En las pasadas primarias, su candidatura obtuvo 9,5 millones de votos frente a los 18,5 millones de Biden.

A diferencia de lo que sucedió en el 2016, el sanderismo no acude esta vez a la convención con la intención de relitigar el resultado de las primarias. Hay voluntad para cerrar filas, por más que la agenda del congreso haya reservado a los progresistas un papel muy secundario. Sanders será uno de los cabezas de cartel el lunes y Elisabeth Warren hablará el miércoles. Pero no hay mucho más para ellos. A Alexandria Ocasio-Cortez, una de sus estrellas emergentes, solo le han concedido 60 segundos para su parlamento.

Trump contraprograma

El grueso de los ponentes pertenecen al 'establishment' centrista de la formación. Hay gobernadores como Andrew Cuomo y Gavin Newsom, dos de las bestias negras de Trump durante la gestión del coronavirus, expresidentes como Barack Obama y Bill Clinton, antiguos candidatos como Hillary Clinton y aspirantes fallidos a comandar el partido, como Amy Klobuchar, Pete Buttigieg y Andrew Yang. También se ha dado la palabra a un republicano disidente como John Kasich. Los platos fuertes llegarán el miércoles con el discurso de Harris y el jueves con el de Biden que cerrará el evento.

Sus perspectivas en estos momentos no podrían ser mejores. La media de las encuestas nacionales de Real Clear Politics les da una ventaja de ocho puntos respecto a la candidatura republicana. Trump está de luto por el fallecimiento el domingo de su hermano Robert, pero aun así, el presidente pretende robarles protagonismo durante toda la semana. Como ya hizo durante las primarias, ha contraprogramado varios mítines a la misma hora que hablarán los demócratas para tratar de restarles telespectadores.