Corea del Norte realizó ayer una nueva prueba de armas que incrementa en otro grado más su presión para que EEUU modifique su postura en las negociaciones sobre desnuclearización, las cuales se antojan cada vez más comprometidas por los gestos de Pionyang.

Los jefes del Estado Mayor surcoreano dieron la alerta informando primero del lanzamiento de un misil, rectificaron después mencionando varios misiles y finalmente modificaron su evaluación estimando que se trata de «proyectiles de corto alcance», lo que en principio rebaja la gravedad del ensayo norcoreano.

De hecho, el presidente de EEUU, Donald Trump, restó importancia al lanzamiento y consideró que el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, «no hará nada» que pueda impedir que Pionyang desarrolle su «gran potencial económico». «Además, sabe que estoy de su lado y no quiere romper la promesa que me ha hecho. ¡Se alcanzará un acuerdo!», añadió en un apunte en su cuenta de Twitter.

El lugar elegido para la prueba, la península de Hodo (unos 15 kilómetros al noreste de la ciudad portuaria oriental de Wonsan), no indicaba en principio nada bueno, ya que ha sido escenario de 20 pruebas (la última de ellas el 3 de marzo del 2015) del misil Hwasong-11.

Sin embargo, las Fuerzas Armadas surcoreanas enmendaron su análisis inicial y establecieron que Corea del Norte disparó «entre las 9.06 y 9.27 hora local (0.06 y 0.27 GMT) proyectiles de corto alcance». «Los proyectiles volaron entre 70 y 200 kilómetros» sobre el Mar de Japón (llamado Mar del Este en las dos Coreas) y cayeron al agua, según añadió el comunicado del Estado Mayor Conjunto surcoreano.

La diferencia entre un proyectil y un misil es que el primero es cualquier objeto disparado al aire y el segundo es autopropulsado. La importancia reside en que disparar proyectiles de corto alcance no viola las sanciones de la ONU impuestas sobre el régimen de Kim por sus pruebas nucleares y de misiles balísticos, las cuales sí son sancionables según las resoluciones del Consejo de Seguridad. Con el ensayo de ayer, el mensaje de Kim parece claro: a falta de propuestas más flexibles por parte Washington, el régimen está un paso más de cerca de terminar con esa moratoria de misiles que tan contento tiene al presidente estadounidense.