Brasil tuvo un día de estremecimientos. De un lado, un nuevo récord de muertes por covid-19. El gigante sudamericano roza los 300.000 decesos desde que se declaró la pandemia. Pero ese no ha sido el único dolor de cabeza del Gobierno de ultraderecha. Finalmente sucedió lo esperado y temido por el presidente Jair Bolsonaro. El Tribunal Supremo Federal (TSF) consideró que el juez Sergio Moro actuó con "parcialidad" en el juicio que llevó a la primera condena del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva por corrupción pasiva y blanqueo de capitales.

La segunda sala del STF tomó esa decisión por 3 votos a 2, tras un cambio de criterio Cármen Lúcia, quien anteriormente había rechazado la demanda presentada por los abogados del fundador del Partido de los Trabajadores (PT). Los ministros Gilmar Mendes y Ricardo Lewandowski fueron los otros dos miembros del cuerpo colegiado terminaron con demoler con su voto a la figura de Moro. En 2018 se hicieron series y películas para honrarlo. Bolsonaro lo premió con el ministerio de Justicia y Seguridad por los servicios prestados. Los 580 días de cárcel le impidieron a Lula, favorito en los comicios de ese año, presentarse como candidato de su partido. Esa prisión allanó el camino a la presidencia del capitán retirado.

"Esperamos que el pronunciamiento del Tribunal Supremo sirva de guía para que todos y cada uno de los ciudadanos tengan derecho a un juicio justo, imparcial e independiente, garantizado por la Constitución de la República", dijo Lula al conocer el dictamen.

"Es difícil reconocer cuál fue el mayor punto de inflexión hoy en el TSF. ¿Fue el nuevo voto de la ministra Lúcia? ¿O la propia reputación judicial de Moro, que parece haber sido abandonada incluso por el relator del caso Lava Jato, el ministro Edson Fachin?", se preguntó la revista Piauí. "Irónicamente, el gran acusado a partir de ahora es Moro. No en el sentido penal sino simbólico".

Giro político

El cambio de opiniones en el TSF no se explica sin el derrumbe de la imagen de Bolsonaro como consecuencia del desastre que ha provocado su política sanitaria y la vuelta de Lula al centro de la escena política que pone en serio peligro las aspiraciones de continuidad del capitán retirado. El pronunciamiento del alto tribunal se veía venir desde el momento que, hace casi dos semanas, fue anulado el juicio que derivó en la primera condena del ex jefe de Estado. "Seguiremos luchando para que Moro sea considerado un sospechoso, porque no tiene derecho a convertirse en un héroe: es el mayor mentiroso de la historia de Brasil", reaccionó Lula en aquella oportunidad.

La impugnación de Moro por parte de los abogados del ex líder sindical recorrió un largo camino. Primero se denunció su papel de claro opositor al PT como principal motivación para perseguir a Lula. La hipótesis de parcialidad empezó a tomar mayor forma cuando el exjuez se sumó al proyecto de Bolsonaro y se conocieron los episodios de manipulación de testigos. Y como si eso no fuera suficiente, el año pasado salieron a luz los mensajes que Moro intercambió en Telegram con el fiscal del caso, Deltan Dallagnol. En algunos extractos dados a conocer por The Intercept Brasil se muestra cómo el entonces magistrado sugería al fiscal pistas para la investigación, una actividad absolutamente incompatible con sus funciones. En otro diálogo, Dallangol le anticipa a Moro el contenido de la denuncia contra Lula que aún se estaba redactando y se presentaría meses después.

Precedente

Esas acciones le permitieron a Gilmar Mendes, uno de los integrantes del TSF, no solo considerar con su voto que Moro no había jugado limpio. "Estamos en juicio histórico, y cada uno pasará a la historia con su papel. Estos temas no admiten cobardía. Las personas falsas inteligentes terminan siendo atrapadas y desmoralizadas", dijo en alusión al ex juez.

"La posición del TSF cierra el asunto: estos actos se realizaron sin respaldo legal y tenían una orientación política", dijo Folha y añadió: "se trata de un precedente importante: el mensaje a otros órganos judiciales es que dicha conducta, si se repite, será anulada. No hay fines que justifiquen los medios". La votación en el STF no hizo más que fortalecer la posición de Lula frente a la sociedad, de cara a las presidenciales de 2022.