Desde la Casa Blanca a la redacción de 'Bild Zeitung'. Desde los sesudos editoriales de 'The Washington Post' al Palacio del Elíseo. En Francia, EEUU, Alemania o el Reino Unido, cuatro de los países más afectados por la pandemia de covid-19, ganan decibelios las voces que ponen en duda los números epidemiológicos proporcionados por China, al tiempo que denuncian el secretismo y la censura de las autoridades de Pekín, que han contribuido a expandir por el mundo la pandemia. Algunos, incluso, han llegado a exigir una investigación internacional e independiente sobre el origen del virus y la actuación del Gobierno chino en los días en que se detectaron los primeros casos.

De los primeros en abrir el melón de la controversia ha sido el presidente de EEUU, Donald Trump. Contradiciendo sus declaraciones de enero -"China está trabajando muy duro para contener el coronavirus; EEUU aprecia sus esfuerzos y su transparencia", había asegurado en un tuit del 24 de enero- el líder de la Casa Blanca ha asumido al 100% la versión, que cada vez tiene más adeptos, de que Pekín, con mas de 80.000 contagiados y 4.000 fallecimientos, una pequeña porción de los datos epidemiológicos en Europa o EEUU, ha ocultado información, impidiendo a los demás países hacerse una imagen realista de las dimensiones del problema y retrasando la reacción. "¿Creen ustedes esas cifras en un país tan grande como China? ¿Alguien lo cree verdaderamente?", ha arremetido.

Los grandes diarios norteamericanos asumen la versión de Trump de que el secretismo del régimen chino ha contribuido a expander la epidemia, aunque también atacan al presidente norteamericano por recurrir a los mismos métodos que su rival geopolítico y carecer de reflejos cuando la información de lo que sucedía ya estaba disponible: "un Gobierno cerrado, autoritario, de forma reiterada incumplió con sus obligaciones y tapó la verdad mientras el virus se extendía; es incorrecto acusar a China de exportar su plaga de forma deliberada al mundo; es de justicia destacar que el sistema chino y sus engaños han contribuido a empeorar la situación", sostiene un editorial de 'The Washington Post'.

Tras denunciar la existencia una campaña azuzada desde Pekín para extender la imagen de que Xi Jinping es el "héroe" que ha vencido al coronavirus. el rotativo critica que Trump, en lugar de "recurrir" a las herramientas de un Estado democrático para contrarrestar la narrativa impulsada desde el país asiático, más bien haga todo lo contrario, imitando su comportamiento y azuzando teorías de la conspiración no probadas científicamente sobre el origen del virus.

Gran Bretaña también

Dominique Raab, ministro de Exteriores británico y sustituto de Boris Johnson al frente del Ejecutivo mientras se recupera de la infección por coronavirus, ha adelantado que cuando todo regrese a la normalidad, se deberán plantear "preguntas difíciles" sobre "cómo los contagios no pudieron frenarse antes". "Habra que hacer un estudio profundo" sobre cómo el virus salió de China, ha enfatizado Raab, quien ha descartado que el Reino Unido, país tradicionalmente cercano, pueda volver a mantener con el gigante asiático unas relaciones económicas y políticas cómo las que existían antes de enero del 2020. Marise Payne, ministra de Exteriores de Australia, también ha demandado "una revisión independiente" de lo acontecido en Wuhan.

Emmanuel Macron, presidente francés, ha sido el último gran líder occidental en unirse al coro de voces y en una entrevista con 'Financial Times', ha prevenido contra la tentación de sentirse atraído por el modelo chino de restricción de libertades en la lucha contra la pandemia. "No seamos tan ingenuos como para pensar que han sido mucho más efectivos en la lucha contra esto; claramente, han sucedido cosas acerca de las cuales no sabemos nada", ha destacado.

En Alemania, las autoridades han preferido por el momento no hacer uso del dedo acusador, pero no así la prensa. 'Bild Zeitung' ha publicado un amplio reportaje en el que cifra en 149.000 millones de euros las compensaciones que Pekín debería pagar a Alemania por las pérdidas causadas, incluyendo 24.000 millones para el turismo, 7.200 millones a la industria audiovisual y un millón por hora perdida a la linea aérea Lufthansa.