La ola de violencia contra musulmanes que comenzó el domingo, en aparente represalia por los atentados yihadistas de hace un mes y que mataron a más de 250 personas- ha causado al menos un muerto y decenas de establecimientos atacados en Sri Lanka. El Ejército ceilandés patrulla en vehículos blindados los pueblos más afectados por el brote de islamofobia, pese a que ya se ha levantado parcialmente el toque de queda impuesto la pasada noche.

La víctima murió arma blanca en Chilaw, provincia noroccidental, la más afectada por la reciente violencia sectaria. El toque de queda decretado anoche en todo el país en vista de los ataques contra mezquitas y propiedades de musulmanes en varios puntos fue levantado pasadas las 22.00 horas, hora española, pero continúa en vigor en la provincia noroccidental, según ha indicado la policía del país isleño.

Según testigos, la comunidad musulmana se escondió en los campos de arroz cercanos cuando una docena de hombres se congregó en el exterior de una mezquita, rompiendo puertas y ventanas, en la ciudad de Kottampitiya. "Los atacantes iban en moto, armados con palos, machetes y cócteles molotov", según Abdul Bari, de 48 años, propietario de una de las tiendas atacadas. Mohamed Faleel, de 47 años, quien dirige un negocio de pinturas para vehículos ha culpado a la policía de no cumplir con su trabajo: "la policía estaba viendo lo que sucedía en la calle y no hicieron nada".

En Minuwangoda, a unos 40 kilómetros al norte de Colombo y uno de los puntos en los que se registraron ataques contra fieles del islam, esta mañana reinaba la calma después de que las restricciones concluyeran dos horas más tarde que en el resto de la nación. Un portavoz de la policía de la localidad, Rohan Rajapaksa, ha confirmado que al menos 40 tiendas pertenecientes a musulmanes fueron atacadas en los últimos dos días en el área.

"NO ES PAÍS PARA TERRORISTAS"

El partido Alianza Tamil Nacional, representante de esa minoría que habita el norte de la isla, mostró su profunda preocupación por los incidentes y destacó que algunos de ellos tuvieron lugar durante el toque de queda, lo que evidencia la falta de medidas "efectivas" por parte de las fuerzas de seguridad. "No puede haber lugar para el terrorismo en este país, ni para el terrorismo que pone bombas en las iglesias, ni para el terrorismo que ataca mezquitas", ha concluido el parlamentario y portavoz del TNA, M.A. Sumanthiran, en un comunicado.

La escalada de violencia comenzó el domingo en la ciudad de Kurnegala, a unos cien kilómetros al noreste de la capital isleña, y llega tres semanas después de la serie de atentados coordinados del Domingo de Pascua contra tres iglesias y tres hoteles de lujo, que causaron 253 muertos y más de 500 heridos. Los investigadores han apuntado a que los atacantes suicidas pertenecían a las organizaciones islamistas locales National Thowheed Jamath (NTJ) y Jammiyathul Millathu Ibrahim (JMI), si bien las acciones fueron reivindicadas por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Tras los ataques, las autoridades religiosas de la comunidad musulmana decidieron suspender temporalmente los rezos comunitarios de los viernes por miedo a ataques de represalia. El presidente de la Conferencia Episcopal de Sri Lanka, el cardenal Albert Malcolm Ranjith, ha hecho múltiples llamamientos a la calma. Los musulmanes constituyen casi el 10% de los 22 millones de personas que viven en Sri Lanka, en su mayoría budistas cingaleses y una minorías hindúes y cristianos.