Crespones negros en las antenas de los vehículos que circulaban por las calles de Irbil y el dolor contenido en el duelo tras el doble atentado del domingo. Miles de kurdos vestidos de gala desfilaron ayer prácticamente en silencio a primera hora de la tarde en la mezquita Sawaf para rendir un último tributo a las decenas de muertos del día anterior en sendos ataques suicidas casi simultáneos contra las sedes de los dos principales partidos kurdos: La Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y el Partido Democrático del Kurdistán (PDK).

En medio de una atmósfera de tensión, nadie osó gritar venganza, aunque muchos se preguntaban por las consecuencias políticas de este golpe contra la minoría kurda, que aspira cuando menos a un amplio grado de autonomía.

En los hospitales

Rostam Karim, con el rostro en carne viva y enormes llagas en ambas manos, se recuperaba ayer de sus heridas en el hospital universitario de Irbil. Su condición, según el doctor Zana Shervani, era "estable", aunque no descartó "posibles complicaciones infecciosas". "Recuerdo una inmensa bola de fuego; intenté cubrirme la cara con ambas manos, pero sólo logré quemármelas", contó el herido.

Entre gritos y empujones mientras intentaba salir de aquel infierno, Rostam recuerda cómo le golpeó duramente en la cara "una pierna humana desmembrada del resto del cuerpo". Menos suerte corrió Salam Husein, de 35 años. Es uno de los tres pacientes que ingresaron en coma profundo en el Hospital Rizgari, el principal centro sanitario de Irbil. Aunque los otros dos murieron al poco de su hospitalización, no hay esperanza alguna de que Salam, con un trozo de metralla en la cabeza, pueda recuperarse.

A media tarde de ayer, la cifra de muertos superaba los 67. Solamente la organización no gubernamental italiana Emergency, a cargo del Hospital de Urgencias de Irbil, había contabilizado 25 muertos entre los pacientes que admitieron. "El primer paciente que recibimos fue el viceprimer ministro, Sami Abdul Rahman. Ingresó ya cadáver", contó el doctor Mario Nino, miembro de Emergency. Casi todos los heridos ingresados eran hombres, milicianos y miembros del aparato de seguridad de los partidos, a pesar de que los portavoces hospitalarios se esforzaban por convencer a los periodistas de que se trataba de civiles.

El Kurdistán era hasta ahora la única zona relativamente segura de Irak. "Tras el doble atentado de ayer, somos conscientes de que los riesgos se multiplican, y que también aquí, en Irbil, nuestro personal corre peligro", consideró Nino.

A falta de pistas concretas sobre los autores del atentado, los kurdos prefirieron velar en silencio a sus muertos. Antes de entrar en la sala de plegarias de la mezquita Sawaf, los asistentes a la ceremonia funeraria fueron recibidos por los familiares de las víctimas que portaban retratos de los suyos.

La presencia de los líderes

Masud Barzani, máximo dirigente del Partido Democrático del Kurdistán, hizo acto de presencia y se quedó alrededor de unos 20 minutos. Jalal Talabani, el líder de la UPK, prefirió quedarse en Suleimaniya y envió en su lugar a una delegación de una docena de personas.

Algunos observadores políticos temían las posibles consecuencias de un atentado perpetrado con una finalidad claramente provocadora. "En tiempos de crisis siempre nos unimos", apuntó el periodista kurdo Bajtiar Talabana. "Vamos a plantear con más fuerza nuestras demandas políticas", insistió Talabana, sin especificar cuáles. Y es que el doble atentado se produce en medio de crecientes tensiones por las exigencias del PDK y la UPK, de obtener, cuando menos, una amplia autonomía dentro de un Estado federal.

A medida que ambos partidos digieren la tragedia, muchos piensan que se harán más insistentes estas exigencias para evitar que el Kurdistán se vea engullido por la espiral de violencia en Irak.