El retorno a casa ha sido amargo. Con rostro cansado, después del pesado vuelo transatlántico que le trajo de vuelta de su visita oficial a Estados Unidos, el primer ministro británico, Tony Blair, se enfrentó ayer a la resaca electoral. La caldera laborista hierve, después de la deplorable derrota en las elecciones locales del jueves. Los reproches no se han hecho esperar y todas las culpas apuntan a Irak y al premier británico.

"Si Tony Blair espera ganar las próximas elecciones, debe admitir los errores en la guerra de Irak. Con respecto a Irak toda la responsabilidad es suya", afirmó el exministro laborista Robin Cook, en un artículo publicado en el diario The Independent . Cook, que desde que abandonó el Gobierno como protesta por la invasión militar se ha convertido en la voz más crítica y notoria dentro del laborismo, planteaba con crudeza hasta qué punto Blair puede seguir siendo el líder del partido ante lo que le está cayendo encima. Su imagen ya no atrae a los electores y en la última campaña electoral, recordaba, los mandos laboristas "decidieron sorprendentemente no incluir a Tony Blair en uno solo de los espacios de propaganda en televisión". "No podemos luchar en unas elecciones generales dejando al primer ministro fuera de la campaña", razonaba Cook.

¿Ha perdido definitivamente el líder laborista el toque mágico y dialéctico que solía enamorar a la calle? "El primer ministro ha perdido la confianza de la gente por Irak", afirmaba convencido el analista Andrew Grice. La cuestión, aseguraba, es "si ahora van a confiar en lo que diga sobre la economía o los servicios públicos". "No existe una fórmula mágica para recuperar la confianza", declaraba Andrew.

Un colectivo que tradicionalmente votaba laborista, los musulmanes, sí parecen haber dado masivamente la espalda al primer ministro. "He estado hablando con docenas de amigos musulmanes en todo el país y no he encontrado uno solo que haya votado por los laboristas", afirmaba Masud Shadjarej, jefe de la Comunidad Islámica de Derechos Humanos.

Las formas

La mayoría de esos votos fueron a parar el pasado jueves a los liberaldemócratas, un giro que "refleja la rabia que siente esta comunidad por la guerra de Irak y por la forma en que el ministro de Interior, David Blunkett, ha llevado a cabo la llamada guerra contra el terrorismo", comentaba Shadjarej.

Los resultados del jueves en Gran Bretaña pueden ser, según el comentarista político del diario The Guardian Jonathan Freedland "la primera advertencia de cómo el Gobierno laborista puede finalmente perder el poder". "Hay lecciones que aprender", fue toda la autocrítica hecha por el primer ministro, que hasta ahora ha demostrado unas dotes excepcionales para sobrevivir en momentos de peligro como éste.