La celebración del 70 aniversario de la OTAN, con una reunión de jefes de Estado y de Gobierno este 3 y 4 de diciembre en Londres, debería haber sido una marcha triunfal para la organización. El lugar y el momento de celebrar los hitos conseguidos tras siete décadas de alianza militar, que en el 2020 que viene elevará a 30 el número de socios con la incorporación de Macedonia del Norte, y confirmar que, pese al 'brexit', el Reino Unido seguirá jugando un papel clave como puente entre Estados Unidos y la Unión Europea.

La cita, sin embargo, amenaza con convertirse en una exhibición de desunión y no solo por las reiteradas exigencias de aumento del gasto en defensa del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sino particularmente por el choque frontal protagonizado en los últimos días por dos pesos pesados de la OTAN que ponen de manifiesto las crecientes grietas en la organización atlántica: el presidente francés, Emmanuel Macron, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan.

"Se lo diré de nuevo en la OTAN, primero compruebe su propia muerte cerebral. Estas declaraciones solo son para aquellos que como usted están en estado de muerte cerebral", arremetió el pasado viernes el mandatario turco desde Estambul. Sus palabras, de inusitada dureza verbal, iban dirigidas a Macron y a su entrevista en 'The Economist', en la que criticó la decisión unilateral de Trump de retirar tropas estadounidenses del norte de Siria, dijo que la Alianza Atlántica se encontraba "en estado de muerte cerebral" y puso en cuestión el compromiso de defensa mutua.

STOLTENBERG REBAJA LA TENSIÓN

Sus comentarios sacudieron los cimientos del cuartel general de la Alianza. La cancillera alemana, Angela Merkel calificó sus palabras de "inoportunas" mientras que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, realizó una visita de urgencia a París para contener un incendio que no solo no consiguió apagar sino que el propio Erdogan alimentó el viernes. "Seamos claros, no es una declaración son insultos", respondieron desde el Palacio del Elíseo a lo que consideran el "último exceso" del dirigente turco, a quien Francia lleva semanas criticando por sus operaciones militares en el norte de Siria contra las milicias kurdas.

Desde que estallara el enfrentamiento, Stoltenberg ha intentado rebajar la tensión. "Si no podemos resolver los desacuerdos que vemos en diferentes temas, entonces al menos tenemos que asegurarnos de que esos desacuerdos no socaven la fortaleza de la OTAN, que podamos continuar uniéndonos en torno a nuestra tarea central de proteger y defenderse unos a otros", recomendaba. El noruego puso como ejemplo los avances en la lucha contra el terrorismo y el Estado Islámico, la misión de entrenamiento en Afganistán, la unidad frente a Rusia, la capacidad de despliegue de fuerzas aliadas o el aumento del gasto en defensa, que demuestran que la maquinaria militar está bien engrasada.

La realidad política, sin embargo, va por otro camino y es que Washington, París y Ankara llegan con prioridades muy distintas a una cita que no será una cumbre formal sino una reunión de líderes. Además del gasto militar, Trump, que antes de aterrizar ya ha vuelto a criticar el acuerdo del 'brexit' y al laborista Jeremy Corbyn, tiene intención de poner el acento en la creciente influencia de China y en la seguridad de las infraestructuras. Macron, dar prioridad a la lucha contra el terrorismo y un debate estratégico sobre el futuro de la OTAN; y Erdogan, pedir más apoyo político en contra de las milicias kurdas del norte de Siria, a cambio de apoyar los planes de defensa para los países bálticos y Polonia, y utilizar un nuevo sistema aéreo comprado a Rusia a cambio de ceder.

AUMENTO DEL GASTO EN DEFENSA

Stoltenberg, por su parte, intentará poner el acento en el incremento del gasto en defensa, del 4,6% en el 2019, y en que son ya 9 los países que dedican más del 2% del PIB a gasto en defensa -Estados Unidos, Bulgaria, Grecia, Reino Unido, Estonia, Rumanía, Lituania, Letonia y Polonia- y en que la mayoría tienen planes para llegar al objetivo en el 2024. En el caso de España, su gasto se sitúa todavía en el 0,92% del PIB, ligeramente por debajo del 0,93% que dedica Bélgica y solo por encima del 0,56% que gasta Luxemburgo, el país que menos invierte. La fotografía es mucho más positiva si se tiene en cuenta el gasto en equipamiento. El compromiso es destinar el 20% y ya son 16 los países aliados -incluida España- que superan ese umbral.

La cumbre, que arranca este martes a mediodía e incluye una recepción en el Palacio de Buckingham, irá acompañada de una serie de encuentros al margen entre los principales protagonistas. Con el primer ministro británico, Boris Johnson, como anfitrión se reunirán Erdogan, Macron y Merkel para tratar de resolver las diferencias sobre Siria. También Trump tiene previsto entrevistarse por separado con algunos dirigentes europeos como Macron.

"A pesar de las medidas de limitación de daños, todavía existe un riesgo significativo de que la OTAN sea más débil y esté más dividida tras la reunión de Londres" porque "lo que se suponía que era una celebración discreta del 70 aniversario de la Alianza se lleva a cabo en el contexto de múltiples crisis, internas y externas, y desacuerdos entre los aliados", vaticina Ian Bond, del Centre for European Reform, que apunta a que los tres líderes más críticos con el funcionamiento de la OTAN -Trump, Erdogan y Macron- tienen críticas válidas. "La reunión de líderes de Londres es un momento arriesgado; pero también puede ser una oportunidad para que la OTAN demuestre que aún no está muerta", sostiene.