La doctora sudanesa Mariam Ishaq, que fue condenada a muerte el pasado 15 de mayo por convertirse al cristianismo, ha dado a luz este martes a su segundo hijo en el hospital de la prisión donde se encuentra recluida a la espera de su ejecución.

Uno de sus abogados, Mohamed Ibrahim, ha dicho a la agencia Efe que Ishaq, de 27 años, ha dado a luz esta mañana de manera natural a una niña que, al igual que la madre, se encuentra en buen estado de salud. Su primer hijo, de 2 años, vive con ella también en prisión.

La justicia sudanesa ha ofrecido dos años a Ishaq para amamantar a la recién nacida antes de que sea ejecutada. El abogado ha expresado su esperanza de que la pena capital sea conmutada por una condena menor, ya que, según él, hubo muchos defectos de forma en el proceso.

La cruel condena de esta mujer ha suscitado fuertes protestas de la comunidad internacional y una campaña de peticiones en la web change.org para que sea revocada la sentencia, que ya ha alcanzado más de 400.000 firmas.

Tradición islámica

Ishaq fue condenada a muerte por un tribunal sudanés el pasado 15 de mayo acusada de conversión al cristianismo, algo que rechazó la joven en tanto en cuanto aseguró que nunca ha profesado el islam. Afirmó que su padre, que era musulmán, se divorció de su madre cuando ella tenía tan solo seis meses. La tradición islámica designa automáticamente a los hijos de varones musulmanes como seguidores también de esta religión.

Además, Ishaq negó haber mantenido una relación ilegal con otro hombre distinto a su marido. Sin embargo, el tribunal no reconoció el matrimonio celebrado con su esposo, Daniel Wany, en el 2011.

Matrimonio nulo

El tribunal recordó que la legislación sudanesa --que toma la 'sharia' (ley islámica) como fuente principal del derecho-- prohíbe la conversión del islam al cristianismo (dado que en esos términos se considera apostasía) y que, por tanto, la acusada cometió adulterio al ser "nulo" su matrimonio como cristiana.

Ishaq fue denunciada por sus hermanos, que la acusaron de renunciar a la religión musulmana y de abandonar hace ocho años el hogar familiar en Al Qadarif, en el este de Sudán.