El crecimiento previsto por el Gobierno populista de Italia para el 2019 no será finalmente del 1,5% como había planteado, sino del 1% y quizás menos. Una diferencia de 9.000 millones. El déficit del 2,4%, presentado como un desafío a los parámetros europeos en nombre de una expansión económica tras 10 años de recesión, será del 2% o tal vez también menos, es decir, acorde con las previssiones de la mayoría de los economistas y de las instituciones internacionales como el FMI, las agencias de calificación de la deuda y la UE.

Estos recortes significan 4.000 millones menos para destinar a las dos promesas-estrella de la campaña electoral, la rebaja de impuestos y la denominada «renta de ciudadanía» (inclusión) de 780 euros mensuales, que finalmente no beneficiarán los seis millones de ciudadanos contabilizados por el Instituto de Estadística, sino solo un grupo de 450.000 personas. Y ya no se llamará «renta de ciudadanía», sino «integración» o complemento de sueldos y pensiones mínimas para que alcancen los 780 euros. Empezará a ser otorgada en la próxima primavera, o sea en vísperas de la campaña electoral para las europeas y por el momento durará solo tres años. Lo mismo sucederá con la reducción de las cinco actuales cuotas fiscales a dos (15% y 25%)

La marcha atrás ha impuesto que los primeros presupuestos del primer gobierno populista de la UE hayan provocado una cierta desilusión en el electorado, que en marzo concedió una mayoría absoluta del Congreso (Cámara baja) a los indignados del Movimiento 5 Estrellas (M5S) y a la Liga y una mayoría relativa en el Senado. El vicepresidente del gobierno y ministro de Interior, Matteo Salvini, ha reconocido que los presupuestos solo «merecen un siete (sobre 10)». «Pero, mejoraremos», ha prometido.La Liga que no paraba de subir, ha descendido en los sondeos del 36,2% al 32,0%, mientras que los indignados siguen bajando desde entonces (27% contra el 32,7% de marzo).